El silencio de los gremios
LA libertad de expresión es un derecho de los ciudadanos propio de las democracias, el cual se presume puede ejercerse en Colombia porque así está consagrado constitucionalmente, al igual que el derecho a asociarse, siendo una de las principales razones por las cuales existen los gremios. Creados para expresar sus propias opiniones y reclamar lo que les corresponde.
Por eso, participar en las discusiones a que haya lugar de acuerdo con su objeto y sus competencias es una de sus principales tareas, surgiendo así la posibilidad del disenso. El cual, siempre que sea dentro del marco de la justicia y la ley, es legítimo e inalienable. Con mayor razón, cuando se actúa con la razón y la lógica, además de las buenas maneras como lo hace la gente decente. Y siendo así como deben ventilarse sus puntos de vista, sin tropeles ni traumatismos, es una forma de hacer patria. A cambio habría que esperar a que los violentos actúen ante la desesperanza de no ser escuchados.
Así las cosas, es preferible, decía el maestro Darío Echandia, "echar lengua en lugar de bala".
Entre tanto, luego que los gremios particularmente los del sector agropecuario, habían resuelto guardar silencio, pues no se les volvió a oír, llego el momento de dar a conocer sus puntos de vista a través de la Sociedad de Agricultores de Colombia -SAC-, al pronunciarse la semana pasada sobre el papel de la industria respecto del sector productivo.
Lo anterior, con fundamento en análisis promovidos previamente y con conocimiento de causa. Es la SAC el gremio cúpula del sector agropecuario, al cual se encuentran vinculadas organizaciones como la Asociación Nacional de Productores de Leche -Analac-, las cuales le brindan el apoyo requerido para expresar sus ideas ante el Gobierno y la prensa; y hacer propuestas en uso de su representatividad gremial. No es entonces, el silencio lo que en estos momentos le sirve al país, sino la opinión constructiva inspirada en razones valederas y juiciosas. Hoy día son muchos los temas de interés y es sano promover la opinión sobre éstos; en lugar de dejarlos pasar inadvertidos o como caldo de cultivo para las vías de hecho.
Los acuerdos en La Habana, la inclusión de Colombia en los países de la OCDE, las consecuencias de los Tratados de Libre Comercio y las medidas de ajuste a que haya lugar con el fin de brindar la seguridad alimentaria que requiere Colombia; la pretensión de ajustar los instrumentos de política agropecuaria que han servido para impulsar la producción nacional; los conflictos sobre la propiedad de la tierra; el impacto de la carga impositiva en la producción del sector primario; la inversión en el campo y las circunstancias de orden social que le son propios, la urgencia de una solución estructural al problema de la leche y el futuro de 350 mil productores de leche dando perdidas en su negocio; etc., hacen necesario el intercambio permanente y dinámico de ideas, en el que la SAC juega un papel fundamental.
Reiteramos entonces, que no es el silencio de los gremios el camino a seguir; por el contrario, la historia se encargará de reclamarnos por no haber hablado cuando tuvimos la obligación de hacerlo y no lo hicimos.