Sí a la unión gay
Es muy curioso cómo buena parte del país, y en particular los medios de comunicación (que son naturalmente liberales - no políticamente hablando), están molestos con el bloqueo que tiene el proyecto de ley que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo; y es curioso porque no hace muchos días esto mismo se aprobó en Francia, que sin duda es una sociedad que ha tenido procesos culturales muy diferentes a los nuestros.
Es obvio que el país no está preparado para legislaciones postmodernas, y menos cuando el poder de la Iglesia es muy fuerte en los imaginarios de los ciudadanos, pero es sano que este debate comience en Colombia.
Las personas tienen los mismos derechos, y por ende las instituciones deben ser dinámicas ante los cambios que las sociedades tengan. Hace ya muchos años aceptamos la votación de la mujer, y fue un paso enorme, porque sin bien las dimensiones son diferentes, el concepto no: poner a las personas en igualdad ante la Constitución y la ley.
Algunos dicen que el matrimonio tiene orígenes religiosos y que por esto es imposible la unión entre personas del mismo sexo, pero la verdad es que el matrimonio es un concepto legal que está claramente demostrado en nuestro sistema judicial. Así, si el problema es de terminología legal, simplemente el proyecto de ley debe dar una nueva definición al matrimonio.
La aceptación de este paso no es otra cosa que el reconocimiento del cambio de nuestra sociedad, más allá de la visión pecaminosa del tema; la libertad de las personas no se debe negociar ni muchos menos su derecho a la igualdad.
Comprendo que el mundo conservador tenga una posición contraria, pero la verdad es que esto no riñe con el ideal conservador, porque al final la decisión es de las personas.
Es difícil ser conservador en una sociedad en cambio, porque a veces no es claro qué debemos conservar, y quizá de esto surgen las dicotomías en que estamos cayendo: no estamos de acuerdo con el matrimonio gay pero al hacerlo no respetamos la Constitución.
Como conservadores debemos poner la ley por encima de nuestras creencias, porque ésta es para todos, y nuestras convicciones religiosas son personales: aquel que sea católico no será gay y por ende no se casará con otro de su mismo género, porque la religión es clara entre lo que debe ser y lo que no; mientras que nuestra sociedad garantiza la igualdad sin importar creencias, afinidades ni decisiones de vida en el marco de la ley.
Colombianada. Es curioso el lenguaje coloquial que se oye: “es una maricada no aprobar el matrimonio gay”.
@consumiendo