Haciendo o tratando de hacer un recuento de los acontecimientos que nos deja el año que acaba de culminar por las experiencias personales, las profesionales que naturalmente se enmarcan dentro de lo que sucede en el país y naturalmente el entorno que es lo que sucede en el exterior, que quiérase o no influye en lo que sucede en nuestro país. De esto han dado información suficiente los diarios y revistas, así como publicaciones que no sean diarias, se ocupan inclusive con exceso, de comentarios sobre todo lo acontecido que en una u otra forma influyen en la vida nacional y que aunque así no sea forman parte de lo que le gente debe saber.
Reflexionar sobre lo doméstico, vale decir sobre Bogotá, que es la ciudad que nos vio nacer y en la cual hemos hecho nuestros estudios en colegios locales y en la Universidad Nacional, así como en la de Los Andes, los cuales contribuyeron en forma importante y decisiva en nuestra formación y en el desarrollo de nuestra capacidad profesional. Por el afecto natural de haber nacido y crecido aquí, la suerte de nuestra ciudad no nos puede ser indiferente. De ahí que con ánimo objetivo observamos y comentamos los acontecimientos que hacen de esta ciudad un territorio amable como tierra de los llamados en otras coordenadas del país “cachacos.” Según el diccionario RAE “dícese del joven servicial y caballeroso” aunque también se aplica para calificar a un joven elegante o a un petimetre. En fin, a los bogotanos no les disgusta que les digan “cachacos” aunque se haga en forma burlona y sarcástica. No es extraño que en la Costa Atlántica tratando de “pordebajear” a quien así es calificado. De todas maneras lo reciben los bogotanos en forma afectuosa. Como en general todas las expresiones de los costeños.
En Bogotá hemos disfrutado de alcaldes de todos los pelambres. Tratándose de la capital de la República, el regionalismo no es un concepto válido para escoger al burgomaestre. Desde cuando el alcalde es escogido por voto popular, este ha sido un sentimiento popular desconocido. Lo que nos interesa es que sea una persona con antecedentes que nos permita pensar que quien se escoja sea un buen administrador. Con ese criterio colectivo se han escogido los alcaldes; pero claro que en estos casos no se cumple al aforismo que heredamos de los romanos: “vox populi vox Dei.” En algunos casos la voz de Dios se equivocó.
El Alcalde Peñalosa al pedir por segunda vez el respaldo de los bogotanos, tenía a su favor la magnífica experiencia que tuvo la ciudad durante su primera administración a la cual se hizo acreedor al respaldo de los bogotanos. Hoy entre las buenas obras que han puesto en marcha está el sistema de transporte, Cable Aéreo, a Ciudad Bolívar. Se dio así inicio a un sistema de transporte de características muy especiales como fue en su momento Transmilenio. No quiero ni imaginarme la ciudad sin este sistema.
¡Felicitaciones para la ciudad!