Este dilema ha sido tema discusión desde la misma vida de Bolívar, este, para unos, este es el Libertador y para otros un oportunista, hábil con su lengua. La verdad es que hoy es difícil encontrar quien conozca nuestro pasado -indispensable para construir un futuro amable, próspero y solidario- porque nuestra historia fue engavetada. Nuestra juventud y niñez tienen como “cultura” lo que los embrutezca y su diálogo se centra en la vida de cantantes y actores del momento, algún deporte, además de sexo y pornografía…
A todas estas, nuestro país está viviendo nubes negras, por esto, quiero recordar algunos episodios de nuestra historia que podrían despertar a nuestros líderes, a nuestros docentes y a las familias, de manera que la sangre derramada y los logros conquistados (culturales) desde nuestra independencia puedan servirnos para que la niñez y la juventud abra sus ojos y vean el formidable futuro que pueden construir.
Quiero empezar con Álvaro Gómez Hurtado como docente en la U. Javeriana nos decía que, en la historia de la humanidad, no ha habido un proyecto de desarrollo más importante que el de España en América, en todos los campos. Para Inglaterra: los ingleses pagaban por cada indígena que mataran o cada cuero cabelludo que entregaran; prohibieron enseñarles su idioma, excepto los necesario para que obedecieran; tampoco enseño su religión ni bases mínimas de educación; no enseñaron habilidades para la construcción de viviendas cómodas o de las bondades de los alimentos europeos; desconocieron la autoridad de los jefes indígenas.
Los españoles hicieron todo lo contrario, la reina Isabel en un acápite final escribe algo así: a los indígenas, que son también hijos míos, tienen que cuidarlos, no hacerles trabajar mucho, respetar sus tierras y sus jefes, se les debe bautizar y educar como a mis súbditos de España. Las leyes de Indias fueron formidables: para poder venir como residentes del Nuevo Reino se exigía al menos tres generaciones de buena conducta. La reglamentación del urbanismo fue muy precisa -para evitar el desorden de las ciudades en España- se reglamentó que el centro de toda villa o ciudad fuera la plaza mayor con la iglesia principal en un costado y la alcaldía también, fue muy precisa, las calles deberían ser rectas con manzanas de 80 por 80 codos (metros) y no tendrían nombres, sino enumeración: de norte a sur se llamarían calles y de oriente a occidente se llamarían carreras, y así, todo fue previsto, reglamentado y vigilado.
Después, también hubo universidades para todos; los indígenas eran tratados como ciudadanos de la Madre Patria… Una de las grandes hazañas de España fue adaptar la agricultura de manera que la dieta alimenticia fuera saludable: difícilmente hay una sola fruta hoy en América que no haya sido traída por los españoles (exceptuando la papa, el maíz, el chontaduro…). La adaptación de estos frutos a las dos cosechas anuales y a las diferentes zonas climáticas. Cada treinta kilómetros de carretera, entre dos pueblos, había puestos de salud.
Claro que hubo, más que todo los primeros años, algunos comandantes que abusaron de sus cargos, esto fue eliminado después de la conquista y atendido lo mejor posible.