La cuarentena en Bogotá duró casi seis meses. A mediados del 14 de marzo, muchos bogotanos empezaban a aislarse preventivamente; luego con el simulacro de la cuarentena muchos quedaron en los lugares en los que se encontraban hasta finales de la semana pasada. Durante este tiempo, como era lógico, el tráfico de vehículos bajó y las personas que decidieron empezar a transportarse por medio de bicicletas incrementó exponencialmente, como una medida de seguridad para lograr el distanciamiento en el transporte, además de una forma saludable de vivir. Pero lo obvio y lógico era que, una vez finalizara la cuarentena obligatoria, al volver progresivamente a la normalidad en materia de tránsito de vehículos todo se iría regularizando y por lo tanto, el terrible tráfico tradicional de la ciudad regresaría cada día más a la normalidad.
Lo curioso es que muchos actúan como si la vida hubiese regresado a su estado normal, una actitud irresponsable y peligrosa porque el coronavirus sigue presente en el mundo y por tanto, los colombianos aún no contamos con una vacuna para poder regresar a la cotidianidad como muchos ya lo han hecho. Y es que nuestra responsabilidad no es únicamente con nosotros mismos, es también con los demás, nuestros compañeros, vecinos y las familias de éstos. Esto exige que la disciplina social se aplique en el uso de tapabocas, lavado permanente de manos y distanciamiento entre las personas, para que el virus no se propague más.
Lo que nunca se imaginó la ciudadanía es que las autoridades de Bogotá creyeran que antes de aumentar las vías para los vehículos que tanta falta hacen, en el norte de la ciudad, por la carrera séptima nos quitaran un carril, lo que ahora hace casi imposible el tráfico de los vehículos.
Durante la Alcaldía de Enrique Peñaloza resolvieron poner por la carrera 11 un carril para bicicletas lo que, aunque si bien perjudicó el tráfico de automóviles, fue bueno para permitir organizar la circulación de este sistema de movilidad. Pero ahora quieren también hacerlo por la carrera séptima lo que hace imposible el tráfico vehicular.
Ya en el pasado era bastante difícil transitar en las horas pico por la carrera séptima y estaba tan congestionado el tráfico que para transitar de una residencia más allá de la calle 100 a sus oficinas en las mañanas o en las noches, las personas se demoraban más de una hora para recorrer 30 o 40 cuadras. ¿Como será ahora cuando nos quitaron un carril en dirección sur?
Será que las autoridades de Bogotá quieren complicar aún más la ciudad y no entienden que después de tanto sacrificio necesitamos tranquilidad y facilidades para un mejor bienestar?
Ya es conocido que la inseguridad está desbordada, que todos los días hay más asesinatos en atracos y robos, que las gentes están muy lastimadas por su situación económica, por las consecuencias de las medidas de la pandemia y en muchos casos quebradas y con graves problemas como resultado.
Lo que necesitamos es mayores oportunidades de trabajo, menos tramitología y corrupción, seguridad y obras para la ciudad.