Decía el evangelio de san Marcos (8,27-35), el domingo pasado, que "Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino, preguntó a sus díscípulos: “¿Quién dice la gente que soy yo?”
Ellos le contestaron: “Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas”.
Él les preguntó: “Y vosotros, ¿quién decís que soy?”
Buena pregunta para hacernos hoy los colombianos: ¿Quién es Jesús para nosotros? Y podríamos también preguntar a los candidatos y precandidatos que ahora quieren usarlo en la campaña: "¿Quién decís que soy?"
Gustavo Petro ya respondió en Barranquilla. Afirmó que quiere "un pacto con el Jesús que prefiere a los pobres".
Respuesta que los analistas interpretan como reacción a una encuesta del Centro Nacional de Consultoría, para la revista Semana, donde sólo el 1% de los encuestados votaría por un candidato ateo.
Alejandro Gaviria, quien se sintió interpelado, dejó en claro que es ateo pero que cree en el amor al prójimo y que, durante el cierre de los templos en la pandemia, él abogó por mantenerlos abiertos. Aseguró que le “inquieta cuando alguien se sirve de la religión para odiar".
Y así sucesivamente se siguieron los pronunciamientos como: yo soy católico, yo cristiano, yo espiritual...
Me asalta el temor de la instrumentalización del nombre de Dios en la actual campaña presidencial. Van a terminar secuestrando a Jesús, así como hicieron hábilmente con la memoria de Bolívar en Venezuela. Ya ha sido suficientemente desconsolador escuchar a algunos sacerdotes y Obispos predicando a un Jesús que divide. A la pregunta del Evangelio ¿vosotros quien decís que soy? Presentan, sin sonrojarse, un Jesús que justifica el vandalismo, defiende a los de "la primera línea", pero no ve a los policías que intentaron incinerar vivos en un CAI. Un Jesús tan ideologizado como ellos. Pronto los escucharemos tratando de convencernos de que el "Jesús que prefiere a los pobres" hará un pacto con Petro. Es decir, se va a tomar la plaza pública para exacerbar el discurso de la lucha de clases, que se ha usado recientemente para justificar la violencia.
¿Dónde está el Jesús Amor que nos redimió a todos?
En medio de las recientes adhesiones a Jesús en campaña, vale la pena repasar la carta del apóstol Santiago, contenida en las mismas lecturas del domingo anterior, para identificar con quién está Él haciendo política:
"¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar? … Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por sí sola está muerta. Alguno dirá: “Tú tienes fe, y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras, y yo, por las obras, te probaré mi fe”.
Mientras los "inteligentes" se burlan con sorna del tema religioso y de los creyentes, y los descreídos lo instrumentalizan descaradamente, lo cierto es que están jugando con el único elemento común que podría invocarse para una reconciliación real: la fe de los colombianos.