Autoengaño y vanidad | El Nuevo Siglo
Viernes, 21 de Junio de 2024

Confieso que el autoengaño y la vanidad son manifestaciones del ego que emergen frecuentemente en mi vida. Me he propuesto, desde hace años, no dejarme arrastrar por ellas.

Esto ha sido particularmente difícil en los tiempos contemporáneos, en los que corremos el riesgo que la imagen sea más importante que el ser.   Esto no es nuevo en la historia de la humanidad, pues tenemos innumerables ejemplos de personajes tanto vanidosos como poderosos, al mejor estilo de Cleopatra o Luis XIV.  Es muy probable que parte de su supuesto éxito haya sido la sobre-exposición: mostrarse deliberadamente para su propia gloria, con una imagen construida expresamente para impactar a sus públicos, distantes dieciocho siglos en la historia, cercanos en el embeleso generado por la celebridad.

Por estos días me pregunto sobre qué tanto dejarme ver, desde dónde y para qué hacerlo.  No suelo postear nada de mi vida privada en las redes sociales y solo hasta hace unos meses abrí un perfil en LinkedIn, pues -consciente de mi ego vanidoso- he preferido no hacerle tanto el juego a la imagen y sí a la esencia.  Tal vez por eso mismo me he resistido al storytelling, aunque voy comprendiendo que mi historia de vida puede servir para que otras personas alcancen una conexión poderosa con la parte superior de su alma, la que se abraza con el yo superior, el Sobreser.  Soy consciente de que quien muestra vende; entonces, ¿cómo hacerlo para no perdernos en lo momentáneo de los halagos, el aplauso y el éxito temporal?

Creo que la clave reside en acotar los egos y regresar al Amor.  Muchas personas, y me incluyo, hemos crecido creyendo que si nos ven nos aman, que solamente existimos si nos aplauden y que nuestro valor está en lo exitosos que seamos en nuestros oficios.  Ahí están el autoengaño y la vanidad.  No porque muestre más de mí soy más valioso o porque me sobre-exponga estoy alineado con la Consciencia Divina.  Y cuidado, porque también hay un autoengaño en creer que la historia personal no puede ser inspiradora para otras personas, y una falsa vanidad en escondernos y no aportar al mundo la luz que somos. 

Hoy me honro y reconozco que mi valor no está en el número de likes que tengan o no mis publicaciones, en la cantidad de seguidores en mis cuentas o en la calidad de mi foto en las redes sociales. Todo ello es importante, mas no esencial.  Honrarme también es reconocer mi luz y compartirla, primero desde lo que soy, poniendo al servicio del ser lo que hago y tengo. Honrarme es relacionarme desde el ser y estar en servicio consciente a la Luz mayor. Ese es mi éxito.

@eduardvarmont