Las redes y la información en tiempo real han puesto en evidencia, en particular en esta contienda electoral por la presidencia de la República, que la política corre ahora a mil por hora.
Los candidatos incluso se ven obligados a pronunciarse y develar aclaraciones durante varios momentos del día. Los ciudadanos, en especial los indecisos o quienes están pensando en el voto en blanco, por lo mismo, deben estar al tanto del péndulo para afianzar o cambiar su posición.
El indeciso, si lo quisiéramos dibujar, tiene muchas preguntas por resolver. El voto en blanco, por su parte, se identifica con quienes carecen de empatía o de una convicción profunda con los candidatos o bien tienen posturas no negociables que les anula cualquier inclinación o preferencia. Ni el miedo ni el voto en contra son su motivación, aunque los empodera el derecho y el deber del voto.
Sin embargo, como me dijo hace poco el director de este diario, la política finalmente se traduce en simples matemáticas. Así, hay que pensar que el voto en blanco y la abstención terminan por favorecer a alguien, por sumar o restar a uno en la balanza, más aún cuando de llegar a ganar el voto en blanco en segunda vuelta no se suspende la elección.
El tracking presidencial de medición diaria de la consultora GAD3 para los 20 días de campaña para segunda vuelta viene mostrando para los primeros seis días un empate técnico entre los dos candidatos: el candidato Petro ha subido dos puntos, el candidato Hernández bajó dos puntos luego de estar por encima y el voto en blanco crece y parece absorberlo al pasar del 2.7% en el primer día al 5.4% en el día 6.
Entre las primeras razones de indecisión puede estar, cómo se ha visto en las encuestas, el cómo se piensa enfrentar la inseguridad, que amedrenta al país entero, asunto que poco se ha divulgado.
Es posible también que el indeciso quiera ver en el futuro mandatario una verdadera disposición para acatar el marco jurídico que rige la nación, es decir sin posibilidad de dar un salto por la borda a la Constitución. Esto incluye el respeto a la propiedad y al bienestar alcanzado, cualquiera que sea, que mantenga la esperanza en la recuperación económica.
Igualmente, es posible que quieran ver en el candidato su empaque presidencial, su talle o elegancia, en el buen sentido de la palabra, como su temple de estadista y capacidad para la concertación. Es patente siempre un deseo de cambio (para mejorar), incluso con choque, pero donde valen tanto la firmeza como el aplomo y la estabilidad.
Es de pensar, por ejemplo, que se rechace el riesgo a revivir los hechos de bloqueo, vandalismo y violencia que penetraron el paro nacional de hace un año como las amenazas de grupos armados criminales. El punto de quiebre que buscan los indecisos o el voto en blanco puede estar en estos argumentos.
*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI
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