Aprender en casa | El Nuevo Siglo
Lunes, 9 de Noviembre de 2020

Cada vez es más incierto el regreso completo a las aulas escolares y universitarias y debemos afrontar el desafío de aprender en casa, de valorar las emociones que estimulan el aprendizaje, de ver cómo influye la tecnología en el aprendizaje y, de evaluar cómo las emociones estimulan el aprendizaje en la pandemia y para la pospandemia.

La educación es un derecho, no un privilegio. Debe ser para todos, porque crea oportunidades y rompe la desigualdad, como lo afirma Nelson Cubides Salazar en su más reciente obra, publicada por la Editorial Paulinas, bajo el título “El Desafío de aprender en casa. El reto de los 5 días. Guía práctica para padres en la era digital”, donde analiza la “Catástrofe Generacional” en la educación, como llamó la Organización de las Naciones Unidas el cierre de las escuelas durante la pandemia. Realmente, la destrucción total de una generación, de su potencial y de su desarrollo. Una advertencia de esta magnitud no puede dejarnos tranquilos principalmente a los padres y cuidadores que habían entregado la formación de sus hijos a los centros educativos; y en un instante, sin que nadie pudiera imaginarlo, una pandemia nos retorna la obligación de enseñar y aprender en casa. Esta era una necesidad urgente que habíamos desatendido, pero que la nueva realidad nos recuerda que la vinculación de los padres en el proceso educativo es absolutamente inevitable e indispensable.

Para muchas personas, más tradicionalistas en la presencialidad educativa, el “Home Schooling” era algo visto no muy bien, pues no se podía eventualmente garantizar la disciplina de un grupo de niños en una casa, donde hay tantas cosas para hacer, con el propósito de que atendieran un plan personalizado educativo. Sin embargo, ahora que los padres estamos en las casas, nuestra presencia, combinada con nuestro propio trabajo, no siempre como docentes, acentúa una responsabilidad en la labor educativa remota de los hijos, pues  el impacto e influencia del hogar no tiene comparación.

Ahora, según Cubides, los padres vuelven a ser los superhéroes para sus hijos, porque son los únicos capaces de evitar la catástrofe generacional. Esto será posible asumiendo la corresponsabilidad del proceso de aprendizaje, aun con los hijos en el colegio o la universidad. Si bien muchos consideran que no están preparados para enfrentar esta realidad, es preciso señalar, que no existe mejor docente que un padre apasionado y comprometido.

Varios estudios han demostrado que la intervención de terapeutas o profesionales que atienden niñas y niños con necesidades educativas específicas, tienen mejores indicadores cuando hay mediación de los padres en sus procesos formativos: A mayor compromiso y entrenamiento de parte de sus progenitores o cuidadores, más pronto llegarán los cambios y los resultados esperados.

El objetivo es, pasar de un proceso formativo generalizado, aburrido e instrumentalizado, a una pedagogía individualizada, divertida y pertinente; que haga única la experiencia del conocimiento y facilite el desarrollo del potencial de los estudiantes. Ese es ahora nuestro reto, a través de cinco motivadores: Neurociencia, pedagogía, juego, tecnología e internet.