Andrés Molano Rojas* | El Nuevo Siglo
Lunes, 16 de Febrero de 2015

“Líder político turco  más importante desde Ataturk”

ERDOGAN

El visitante

Desde  hace más de una década Recep Tayyip Erdogan tiene en sus manos los destinos de Turquía, y su reciente visita a Colombia -en el marco de una gira que comprende también Cuba y México, la primera de un presidente turco a la región en 20 años- no debería pasar inadvertida.

Las relaciones bilaterales se remontan a los años 50 del siglo pasado, y sin embargo, sólo hasta 2010-2011 se abrieron las embajadas en Ankara y Bogotá.  Se trata, por lo tanto, de una relación formal que hay que llenar de contenido: en el terreno económico, con la meta de quintuplicar el comercio bilateral para  2023; en materia de turismo, con apertura de una ruta aérea directa y la recíproca exención de visados; mediante la cooperación en seguridad y defensa -incluyendo la transferencia de tecnología y el intercambio de experiencias-; y también, ¿por qué no? buscando algún tipo de sintonía en otros temas de la agenda internacional.

A fin de cuentas, desde la Cancillería colombiana se ha seguido con interés el proceso de transformación de estatus internacional que ha experimentado Turquía durante los últimos años, y cuyo arquitecto ha sido el actual primer ministro, Ahmet Davutoğlu.  Reivindicando para Turquía la condición de “potencia central” por razones históricas y geoestratégicas, capitalizando su “profundidad estratégica”, y mediante la práctica de una política de “cero problemas” con sus vecinos, la troika conformada por Erdogan,  Davutoğlu y el anterior presidente, Abdullah Gül, ha logrado convertir al país en un actor protagónico e imprescindible en el Medio Oriente, y aun proyectarlo a escala global.

El proceso no ha sido sencillo. Ha habido crisis (como la del incidente del barco Mavi Marmara, abordado en 2010 por comandos israelíes mientras intentaba romper el bloqueo a la franja de Gaza, y que puso en riesgo el tradicional entendimiento entre ambos países), salidas en falso (como la que protagonizó con el Brasil de Lula da Silva, al intentar ese mismo año resolver, por su propia cuenta y riesgo -y al margen de las grandes potencias- el contencioso sobre el programa nuclear iraní), y también encrucijadas (como la que enfrenta actualmente, frente a la amenaza del Estado Islámico, sus intereses frente a Siria y el empoderamiento de los kurdos en Iraq). Pero no cabe duda de que esa reorientación de la política exterior turca ha rendido sus frutos, posicionando a Ankara como uno de los nuevos nodos de la red del poder mundial.  Y en ese sentido, es mucho lo que Colombia puede aprender.

*Analista y profesor de Relaciones Internacionales