ANDRÉS MOLANO ROJAS* | El Nuevo Siglo
Lunes, 13 de Octubre de 2014

Dilemas de Dilma

 

Hace 20 años a nadie le hubieran importado mucho las elecciones presidenciales en Brasil.  ¡Vaya contraste! El mundo siguió con atención la primera vuelta celebrada el pasado 5 de octubre, y espera con curiosidad a conocer, el próximo día 26, el desenlace de la competencia entre la actual presidenta, Dilma Rousssef, y Aécio Neves, candidato del opositor Partido de la Social Democracia Brasileña, a quienes según las encuestas separa un estrecho margen que podría resolverse a favor de cualquiera de ellos.

Brasil experimentó durante las dos últimas décadas una gran transformación.  Tras la crisis que atravesó al hacer la transición democrática, y cuyo epítome fue el malhadado gobierno de Collor de Mello, Fernando Henrique Cardoso sentó las bases de una estabilidad económica y una relativa solidez institucional que supo aprovechar muy bien “Lula” da Silva -un exsindicalista mucho menos reformista, mucho menos radical, mucho menos estatista, mucho menos a la izquierda de lo que sus seguidores y aun sus detractores han querido proyectar a la opinión pública, dentro y fuera de Brasil-, y que acabó de cosechar, un poco por casualidad, la señora Rousseff desde 2011.

Quizá le sirva a Dilma Rousseff su condición de heredera de Lula para ganar la segunda vuelta y asegurarse otros 4 años en Planalto. Pero seguramente no le bastará para resolver los dilemas de los que dependerá el éxito de su gestión en caso de lograrlo.  La mayor parte de la gente que vote por ella lo hará menos por su carisma o su desempeño, que por el temor a perder mejoras y logros sociales que el inconsciente colectivo atribuye a su predecesor; y mientras añoran y acaso veneran el “lulismo”, rechazan el “petismo”, las prácticas políticas del Partido de los Trabajadores, enquistadas hoy por hoy como un cáncer en el régimen político brasilero.

Cuarenta millones menos de pobres son 40 millones más de ciudadanos a la expectativa (un factor de gobernabilidad nada desdeñable): una nueva clase media aún muy vulnerable (y dependiente del auxilio estatal) que espera seguir medrando aunque haya pasado la bonanza de las commodities, y cuya incorporación social no estará plenamente asegurada a menos que Brasil emprenda una serie de reformas estructurales largo tiempo aplazadas.  Reformas que acaso obliguen a tomar distancia del lulismo tanto como del petismo, y de otros tantos intereses creados -“capitanes de empresa” y beneficiarios del asistencialismo incluidos-, y que nadie sabe si Dilma tendrá el talante requerido para liderar.

*Analista y profesor de Relaciones Internacionales