“Acuerdo con Irán, Banco Asiático y sanciones a Venezuela”
ACTUALIDAD GEOPOLÍTICA
Tres escolios
Poco se puede decir en cuatrocientas palabras sobre cualquier cosa, y menos sobre la convulsa actualidad geopolítica. El mundo se encuentra, como diría el profesor David Thomson, en “estado de fusión y de rápida transformación”. Y mientras la historia confirma cualquier intuición y decanta el sentido de los acontecimientos, resulta a veces forzoso contentarse con hacer unos cuantos escolios a las cosas que pasan, a la espera de lo que traiga el porvenir.
El acuerdo nuclear con Irán no dejará a nadie contento. A muchos les parecerá excesivamente generoso y además ingenuo, aunque por distintas razones: a unos porque lo considerarán un apaciguamiento frente a un adversario eventualmente tramposo -que por ese y otros caminos va ganando protagonismo en el Medio Oriente-; y a otros porque con todo y acuerdo, Irán seguirá siendo en el futuro inmediato lo que siempre ha sido: una dictadura teocrática que viola los derechos humanos. La cuestión es que no se puede tenerlo todo al mismo tiempo, ni siempre del modo en que se desea. Con demasiada frecuencia en materia diplomática de duobus malis, minus est semper eligendum. Y acaso las dos cosas, el cambio de régimen y el involucramiento responsable en esa volátil región, se consiguen más fácil con acuerdo que sin él.
El nuevo invento chino, el Asian Infrastructure Investment Bank, es acaso menos importante de lo que sugiere su nombre rimbombante, pero no por eso debería ser subestimado. Como la Unión Euroasiática liderada por Putin, y la Unasur -quien quiera que la lidere y guardadas todas las proporciones-, es otro síntoma de multilateralismo desafiante. Y aunque ninguna conmoción geopolítica vaya a producirse porque los chinos canalicen por ese conducto recursos de ayuda internacional que ya distribuyen por otros, lo cierto es que para asegurar una efectiva (y legítima) gobernanza global -y el mantenimiento del orden institucional existente- Washington requiere una estrategia más creativa, que vaya más allá de la indiferencia despectiva, del intento de bloqueo, y de la auto-marginación.
Un paso adelante con Cuba y dos atrás con Venezuela, parece haber dado la Casa Blanca, en una especie de enroque en el que Caracas sustituye a La Habana, a riesgo de obtener los mismos efectos contraproducentes: reforzamiento del discurso nacionalista y la retórica de la amenaza externa, cohesión del chavismo alrededor de Maduro (al que por otro lado sólo consideran un transitorio accidente), relativa solidaridad regional (típica reacción contra el “unilateralismo” de las sanciones), y a la postre, la innecesaria prolongación de un régimen caduco.
*Analista y profesor de Relaciones Internacionales