ANDRÉS MOLANO ROJAS* | El Nuevo Siglo
Lunes, 14 de Enero de 2013

Mito mandante

 

¿Habrá  chavismo sin Chávez, chavismo sin “mi comandante”? El propio Hugo Chávez respondió negativamente esa pregunta una vez, aunque en ese momento la cuestión fuera sobre todo retórica (y para disciplinamiento interno de su partido, que siempre ha sido más heterogéneo y fragmentado de lo que sugiere la devoción unánime que los militantes de todos los tintes profesan al caudillo). Quién sabe qué diría ahora, si pudiera.

Lo cierto es que aunque ausente de su propia posesión, sin embargo estuvo omnipresente en Caracas: en esa “marea roja” congregada desde temprano frente al Palacio de Miraflores, movilizada en romería desde todos los rincones de Venezuela e incluso desde otros países de América Latina; en Daniel Ortega y los otros -a quienes inspira y sobre todo financia-; en la Asamblea Nacional y en el Tribunal Supremo, que impusieron la tesis de la “continuidad” contra toda lógica jurídica. ¿Es esta acaso una prefiguración de la forma que tendrá en el futuro el “chavismo sin Chávez”? 

El “comandante Chávez” evocado vehemente por Maduro quizá no esté físicamente presente. Pero no cabe duda de que tras 14 años Chávez puede darse por satisfecho:  la suya es una sombra que lo cubre todo en Venezuela, y lo seguirá cubriendo incluso cuando ya no esté, cuando haya tenido que pagar su rédito a la naturaleza. El Chávez real de carne y hueso poco a poco va siendo sustituido por el mito, por lo que se dice de él, por lo que se dice que dijo, por lo que se dice que diría. Como mito -a la manera de Mircea Eliade-, Chávez es hoy una historia, una historia real y verdadera, creadora y transformadora, sagrada y permanentemente actualizada. Una historia sin la cual, tal como sin saberlo aún lo advirtió una vez, no puede haber chavismo. Una historia que seduce, porque es ante todo una ilusión (y seducir, como dice Baudrillard, es deshacerse como realidad y reinventarse como ilusión). Una ilusión que quizá se haga más y más fuerte a medida que pase el tiempo y los sucesores de Chávez tengan que afrontar todo el peso de su legado y les parezca a sus seguidores que al hacerlo lo traicionan.

El “comandante” es hoy el “mito mandante” en Venezuela. Y qué difícil es derrotar a los mitos, cuánto cuesta desmontarlos, cuánto esfuerzo se requiere para develarlos, cómo se resiste la imaginación a aceptar la realidad.  Eso lo sabe muy bien el chavismo, y no perderá la ocasión para aprovecharse y servirse de ello.

*Analista y profesor de Relaciones Internacionales