Tres litros de amor
Un día un hombre muy rico, que vivía en un país remoto, de aquellos que poco conocemos, y de los que mucho especulamos, fue a donde un mercader amigo que tenía un gran negocio en la ciudad donde él vivía.
Saludo a su amigo mercader y le preguntó: Amigo, en varias oportunidades he acudido a ti para comprar muchas de las cosas que ahora tengo y aunque ya son muchas las cosas que tengo y poco me hace falta, aún hay algo que necesito, que estoy buscando y que se ha vuelto una gran necesidad. Estoy buscando comprar tres litros de amor. ¿Tienes que me vendas tres litros de amor?
Su amigo mercader lo miro inquieto, como interrogándolo con la mirada y preguntándose para sí mismo ¿Tres litros de amor? Le dijo a su amigo. Tengo telas, cofres, joyas, pociones, lociones, antigüedades, cachivaches y demás, pero no tengo tres litros de amor para venderte. Sin embargo, a las afueras de la ciudad en la cima de las montañas hay un hombre sabio, quizás él pueda ayudarte y darte alguna pista sobre los tres litros de amor que te encuentras buscando.
Su amigo le agradeció, y se despidió para dirigirse hacia las montañas. Mientras salía de la ciudad pensaba: Quizás el hombre sabio sepa en donde pueda encontrar tres litros de amor para mi corazón sediento y necesitado de algo de cariño.
Cuando llegó a la cabaña en donde vivía el hombre sabio, lo encontró sentado a las afueras leyendo. Se acercó a él, lo saludó y le dijo que aunque tenía muchas cosas y era muy rico, en su corazón había un gran vacío y por eso se encontraba buscando comprar tres litros de amor que quizás llenasen el vacío de su interior.
El hombre sabio dejo el libro que se encontraba leyendo. Lo miro a los ojos y le dijo: ¡Amigo! Yo no tengo tres litros de amor para venderte, pero te puedo contar una historia que quizás te ayude.
- El hombre rico le miro y le dijo: por favor cuénteme la historia.
- El hombre sabio le dijo: hace mucho tiempo Dios vio el vacío de amor que muchos hombres como usted tienen en su interior. Vio nuestra maldad, nuestra soledad, nuestro egoísmo, nuestras miserias y nuestro profundo deseo de ser amados y de relacionarnos con Alguien eterno, más fuerte que nosotros y confiable. Él sabía que nuestra maldad nos separaba de su amor, de la posibilidad de relacionarnos con Él como un Padre bueno, amoroso e interesado en nuestro bienestar. Para remediar esta profunda separación, Dios decidió entregar a su único Hijo, Jesús. Él se hizo hombre y fue a la cruz para entregar su vida, su cuerpo y su sangre para que todos nuestros pecados y maldad sean perdonados y para que nosotros pudiéramos, al creer en Él, obtener la vida eterna que viene de Dios y la oportunidad de encontrar el amor que tanto hemos buscado.
*Politólogo de la Universidad del Rosario
@feliperangel81