AMYLKAR D. ACOSTA M. | El Nuevo Siglo
Martes, 16 de Julio de 2013

¿Qué hacer?

Es claro que el país se embarcó en los TLC sin preparación alguna y las consecuencias están a la vista. Ya lo sabíamos, como lo afirma Marco Llinás, vicepresidente del Consejo Privado de Competitividad, “con o sin tratado con EEUU, si no hacíamos la tarea de arreglar la casa por dentro, no podríamos aprovechar el libre comercio”. La Agenda Interna para la Productividad y la Competitividad no se puede seguir aplazando por más tiempo si se pretende lograr la inserción exitosa de la economía nacional en las corrientes de comercio de la economía global.

Como dijo a su paso por Bogotá, el editor de The Economist, Michael Reid, Colombia “tiene que superar un gran rezago para alcanzar su potencial: la columna vertebral de los países emergentes que mejores tasas de crecimiento tienen en el mundo han sido, en su gran mayoría, inversiones sólidas en carreteras, escuelas, aeropuertos, puertos, canales de acceso que conecten con mayor facilidad a todos los eslabones de la cadena productiva… El Gobierno tiene gente aparentemente capaz, tiene buenos proyectos, hay bancos y empresas interesadas en financiarlos, eppure, non si muove”. ¡Más claro sólo el agua!

En segundo término hay que partir de la premisa que, como lo sostienen Romer & Lucas, “el crecimiento económico es un resultado endógeno del sistema económico y no el resultado de fuerzas externas”; la teoría de las exportaciones como motor del crecimiento está revaluada. Es obvio de toda obviedad que no es dable esperar que crezcan las exportaciones del país y al mismo tiempo registrar la pérdida de participación en el PIB de los sectores manufacturero y agropecuario, con el agravante de que no sólo no crecen sino que, como ha pasado con la industria, retroceden. Ello es tanto más cierto habida cuenta que, como sostiene el exministro Rudolf Hommes a propósito del PIPE, “las medidas anunciadas pueden aliviar problemas como el de la revaluación o el del costo del crédito, pero no es un plan de transformación estructural ni de impulso del sector industrial”.

Huelga decir que, como lo afirma Llinás ”no sirve de nada tener buena infraestructura si no se hace buen uso de ella”. Ojalá las autoridades económicas tomen nota de estas observaciones, así muchas de ellas se salgan del desprestigiado modelo económico neoliberal. Lo demás es pura y simple contumacia.

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