Demografía y crisis alimentaria
ENTRE la explosión demográfica, la sequía, los inalcanzables precios de los alimentos y los conflictos armados, se han encargado de poner en riesgo de perecer por inanición a 780.000 niños si no les llega una ayuda urgente.
El exclusivo Club de los países ricos (el G-20) se reúne de urgencia pero sólo se ocupa en la crisis económica, la hambruna que se abate sobre el cuerno africano, una verdadera crisis humanitaria, no tiene espacio en su apretada agenda.
Desde mediados del siglo XX el mundo ha experimentado una verdadera explosión demográfica; en el lapso comprendido entre 1950 y 2010 la población creció más del doble. Cada año nacen en el mundo entre 83 y 113 millones de personas, según distintas fuentes, a un ritmo cercano a cuatro por segundo. Esto es una barbaridad. Según la ONU, el pasado mes de octubre el mundo arribó a los 7.000 millones de habitantes, 1.000 millones más con respecto al año 1999 (¡!). Este crecimiento de la población se explica en gran medida por la estabilización de la tasa de fecundidad y la reducción de la tasa de morbi-mortalidad; la esperanza de vida al nacer viene en aumento, estimando que pasará de los 68 años a 81 años en promedio para el último quinquenio del siglo XXI.
Claro que este crecimiento es muy desigual entre regiones, pues mientras en los países pobres crece la población por encima del promedio, que se sitúa en el 1.2 por ciento, en los países desarrollados decrece vertiginosamente. Además del crecimiento poblacional propiamente dicho se ha venido dando concomitantemente un creciente proceso de urbanización de la población, acompasada con un aumento sin precedentes de la clase media, la cual cuenta con un mayor poder adquisitivo. Se estima que para el 2020 se habrá más que duplicado la clase media, pasando de representar el 25% al 49%; estamos hablando de cerca de 1.000 millones de hogares. En los países en desarrollo particularmente la población de la clase media para este mismo año alcanzará los 600 mil hogares.
De allí que, según las proyecciones de la OCDE, la producción mundial de alimentos debe crecer por lo menos el 20% para satisfacer la demanda para el año 2020. Ello debe ser un propósito de la comunidad internacional, como su primera prioridad, a riesgo de exacerbar la creciente indignación global.
www.amylkaracosta.net