AMYLKAR D. ACOSTA M. | El Nuevo Siglo
Martes, 23 de Octubre de 2012

Exacerbando desigualdad

 

Según el estudio adelantado por el profesor Julio Silva-Colmenares, entre 1994 y 2010 la participación del trabajo en el PIB cayó del 35.2% al 32.8%, al tiempo que la participación del capital en el mismo se elevó del 27.7% al 34% en el mismo lapso. Es decir, que el capital aumentó su parte de la ‘torta’ casi en un 25%. Ello ha contribuido a una mayor concentración del ingreso, que ha terminado por convertir a Colombia en el campeón de la inequidad en una región como la latinoamericana que se destaca como la más desigual del planeta.

A ello ha conducido el modelo económico imperante, que propicia la reprimarización de la economía, que convive con la secuela de la enfermedad holandesa que ella provoca y abraza la concepción neoliberal de la flexibilización del mercado laboral dizque para superar las barreras que impiden la generación de más empleo. A todas luces, el más favorecido por este sesgo de las políticas públicas ha sido el gran capital.

Y ya que se está planteando una cuarta reforma laboral, a través del proyecto de reforma tributaria, del mismo corte e inspirada en los mismos principios de las anteriores, bueno es volver sobre las repercusiones de la desastrada y desastrosa reforma laboral de 1990, a través de la Ley 50 del mismo año. En la evaluación que hizo el PNUD - DNP diez años después de su vigencia se constató que  “los que ganan menos de dos salarios mínimos incrementan el número de horas trabajadas y su remuneración media disminuye. En estas condiciones, no es de extrañar que se presente un empeoramiento de la distribución del ingreso… La situación de los trabajadores más pobres se empeora: menos salario y más horas de trabajo. El mercado laboral se ha informalizado y las posibilidades de asociación se han reducido. Además, la desigualdad en la distribución del ingreso ha empeorado. Y todo ello, sin que se hayan producido los efectos esperados a favor de la competitividad de la economía”.

Y lo que se propone ahora es más de lo mismo, reducir los costos laborales mediante el desmonte de los parafiscales y la cotización en salud, supuestamente para generar más empleo y propiciar la formalización del empleo. Ello sólo podrá contribuir a exacerbar la desigualdad en el país más desigual del continente, y también de estímulo a malestar social.

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