Amylkar Acosta | El Nuevo Siglo
Martes, 14 de Junio de 2016

Rechazo a una baladronada

 

 

LA insolencia no pudo ser mayor. El señor Everett Eissenstat, integrante de la unidad legislativa del senador Orrin Hatch, lanzó una velada amenaza contra Colombia por la valiente decisión tomada por el Ministro de Salud, Alejandro Gaviria, de levantar el velo de la exclusividad de la patente de corso de la multinacional farmacéutica Novartis sobre el medicamento Imatinib, rotulado comercialmente como Glivec.

 

Esta es una vieja trifulca que se viene dando en el mercado de los medicamentos entre los de marca y los genéricos, que teniendo el mismo principio activo son mucho más asequibles por sus bajos precios con respecto a aquellos. Ante la negativa de Novartis, que se rehusó a rebajar su precio un 50% como lo reclamó el Ministerio de Salud, el Ministro acaba de anunciar que procederá a la declaratoria de interés público para, a renglón seguido proceder a “la aplicación unilateral del precio, bajar el precio” y “será una Comisión nacional la que se encargue de fijarlo”. Esta decisión será de efecto inmediato.

 

Lo que está en juego no es asunto de poca monta, la ley Estatutaria de la Salud consagra que “el derecho fundamental a la salud es autónomo e irrenunciable en lo individual y en lo colectivo”, así de claro. La decisión tomada por el ministro Gaviria además de valiente es histórica y sienta un importante precedente.

 

A la polémica que desató esta decisión del ministro Gaviria se vino a sumar otra mucho más insólita e inaudita, que guarda una estrecha relación con la anterior. La piedra de escándalo la puso el representante a la Cámara, Hernando José Paladuí, al presentar un Proyecto de Ley a través del cual se pretende prohibir recetar a los pacientes del SNS, medicamentos genéricos. Ello, so pretexto de que los genéricos son lo más parecido a los placebos por su inocuidad e ineficacia no comprobada. Según la Asociación Colombiana de Sociedades Científicas no hay evidencias que comprueben la mayor eficacia de los medicamentos de marca con respecto a los genéricos, ello no pasa de ser un prejuicio más.

 

De prosperar esta iniciativa legislativa, al sacar del mercado  a los genéricos los de marca lo capturarán e impondrán sus condiciones pues no tendrán competencia y por lo tanto podrán abusar a sus anchas de su posición dominante encareciendo el costo para el SNS y también para el bolsillo de los pacientes. El Ministro es categórico al afirmar que este Proyecto es inconveniente, dado que “va en contravía de la política farmacéutica nacional y podría ahondar los problemas financieros del sistema de salud”.

 

Flaco favor, entonces, se le haría a la salud de los colombianos con este esperpento; las que sí quedarían muy agradecidas serían las multinacionales farmacéuticas por el acaparamiento del mercado de los medicamentos, más allá de la vigencia de la protección que se les reconoce a las patentes de sus productos de marca reconocida a través de los TLC. 

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