Alfonso Orduz Duarte | El Nuevo Siglo
Sábado, 9 de Abril de 2016

A TRAVÉS DEL TEODOLITO

Fermento de inconformidad

 

Por Alfonso Orduz Duarte

LA  oposición en todos los gobiernos, cuando hay lugar a ella,  es una posición a la cual deben ponerle atención quienes son objeto de la misma.  Porque aunque se crea que todo se está haciendo bien, con buena voluntad y con los mejores deseos de trabajar en pro de los gobernados, siempre existe una porción de éstos que tiene el derecho de manifestar sus puntos de vista con respecto a lo que hace el gobierno,  haciéndole ver que no están de acuerdo con algo.

La política que está adelantando el gobierno,  conducente a acabar con la guerra que nos tiene afligidos hace algo así como cincuenta años, es objeto de críticas severas porque hay que pensar que todos los colombianos, menos los guerrilleros, estamos cansados del desangre al cual nos tienen sometidos quienes no han encontrado un sistema diferente al de las armas para hacerse sentir, sino con los procedimientos que se supone se están poniendo en práctica en la mesa de negociación. La impunidad que dicen es la que estará campeando en los arreglos que se supone es la que inspiran  la justicia transicional  y es algo con lo cual nos tocará estar de acuerdo si es que queremos la paz. Cuando se van a hacer las paces hay que ceder de parte y parte. Quisiéramos que fueran castigados ejemplarmente por los sufrimientos que le han infringido a la población civil. 

Es bien particular cómo la oposición mantiene puntos de vista disímiles con respecto a la impunidad y consideran que la justicia nuestra deja de serlo al tratar de arreglar las cosas con los de las Farc, se endereza y señala a la justicia como parcial y politizada en el sentido perverso de esta acepción, cuando trata de juzgar e investigar a quienes son sus amigos en la oposición. No hay peor mal para la salud del país que disminuir y desacreditar a su sistema judicial.  Desacreditar las instituciones nacionales a las cuales todos les tenemos respeto no es precisamente una actitud plausible ni digna de encomio; esto no necesariamente significa que no se señalen las fallas o  errores cuando se identifiquen. Las tres ramas del poder público son dignas de que se les mantenga el mayor de los respetos.  El desagradable episodio de la gruesa suma que fue encontrada en un vehículo del congreso nacional no nos puede permitir afirmación alguna con respecto al Congreso nacional. Debe hacerse una investigación exhaustiva y quien resulte responsable de actos reñidos con la ley y las buenas costumbres debe ser ejemplarmente sancionado.

La marcha que se organizó y tuvo lugar la semana pasada debe servir de campanazo de advertencia a quienes tienen la responsabilidad gubernamental.  Según las informaciones fue ordenada y no se presentaron incidentes que sean de lamentar. Eso sí hay que reconocer y tienen que reconocerlo a quienes les incumbe, que es a todos los colombianos, que existe un fermento de inconformidad y animadversión, inspiradas y estimuladas, que es necesario detectar para así mismo poner en práctica los remedios para desactivarlas.