“Una manera de confundir y enredar”
A TRAVÉS DEL TEODOLITO
Respeto a institución presidencial
Dicen que los sociólogos, psicólogos, psiquiatras y en general las personas profesionales que se dedican a observar y a analizar la conducta del ser humano, en frente de cada una de las situaciones a las cuales suele verse enfrentado en su vida, que se enorgullece cuando sus actuaciones son reconocidas como edificantes por la comunidad a la cual pertenece; pero en tanto que ello no es así busca en su fuero interno explicaciones que le satisfagan y lo pongan a paz y salvo consigo mismo, o con los demás, de suerte que en esa forma tranquilice su conciencia. Otra circunstancia es que no busque explicaciones propias a sus desvíos y haga un acto de reconocimiento ya sea consigo mismo o con sus conciudadanos. Lo hemos podido observar con las confesiones de todos aquellos que tienen que enfrentar la dureza de la ley; lo hacen no solamente por propia convicción sino que con ello se congracian con la ley que acepta un tratamiento más benévolo para quienes así actúan. No es el propósito de esta columna solazarse con el mal ajeno, pero no se puede dejar de mencionar el caso del Gobernador de Cundinamarca quien agobiado por las acusaciones que le han hecho resolvió auto-incriminarse y así congraciarse con sus jueces.
Afirman que decían los alemanes que la mejor defensa es el ataque. Así es como personas que se sienten agobiadas por acusaciones, resuelven ubicar la responsabilidad de las conductas que se les achacan en ambientes diferentes a aquellos en los cuales ellas se mueven. No es extraño oír que ciertas acusaciones, lejos de constituir quebranto de las leyes, las cuales estamos todos los colombianos obligados a respetar, son sus enemigos que haciendo uso de la obligación ciudadana de denunciar hechos que considere violatorios, creen que lo hacen para perjudicarlos y manchar su nombre. Así es como resuelven acusar a quienes los denuncian de los mismos hechos por los cuales son acusados. Convierten al denunciante en acusado con la obligación de defenderse; es una manera de confundir y enredar la apreciación de los hechos. Vaya entonces a ser el observador quien tiene la razón y vaya también a saberlo el encargado de juzgar.
El Fiscal General ha anunciado que el expresidente Uribe puede ser juzgado por hechos sucedidos cuando fue gobernador de Antioquia, por lo cual es ajeno al fuero que se le adjudica a los expresidentes. Por tal razón puede ser detenido y condenado. Con toda la razón Uribe le ha respondido al Fiscal en el tono que todos le conocemos, pero ha ubicado el origen de la acusación o el procedimiento a seguir no a quien lo ha dicho o lo ha anunciado, sino que le achaca la autoría intelectual al presidente Santos.
Todo ciudadano que haya ejercido la primera magistratura es digno de todo respeto y consideración, porque independientemente de la opinión que se tenga sobre su desempeño, forma parte del patrimonio histórico nacional. Respetemos la institución presidencial. La nación no quisiera ser testigo de que a ninguno de sus expresidentes, incluyendo a Uribe le fueran aplicadas consideraciones sociológicas, psiquiátricas o psicológicas para justificar su legítima defensa.