Alfonso Orduz Duarte | El Nuevo Siglo
Sábado, 7 de Febrero de 2015

Deberes del ciudadano de bien

 

Un ciudadano de bien debe cumplir con una serie de deberes; unos impuestos por la Constitución, las leyes, los decretos y los reglamentos que son de obligatorio cumplimiento cuando éstos son los de organizaciones a las cuales se afilia voluntariamente, como son clubes, ligas deportivas, asociaciones de diversa índole; otros que él mismo se impone que son unos que tienen que ver con las buenas maneras, la educación, el buen trato a sus semejantes que no son imposiciones sino una manera de convivir decente.

Cuando un ciudadano es solicitado para prestar un servicio común, éste debe hacerlo sin refunfuñar; uno de ellos a los cuales la gente se oía que le tenían pereza y lo hacían a regañadientes, era el de ser jurado de conciencia, cuando esta institución existía. La verdad que ese era  un encuentro del ciudadano con la justicia tal como la entendía, porque como le indicaba su denominación, quienes eran escogidos para integrar esos jurados no tenían que acreditar sino que eran ciudadanos sin tachas y sin vínculo de clase alguna con quienes iban a ser objeto de sus fallos. Los abogados acusadores y los defensores se esmeraban en llegar a la conciencia del ciudadano para convencerlo, en conciencia, de que la persona era culpable o inocente. Las discusiones cuando los miembros del jurado se retiraban a deliberar y a dictar su fallo era una verdadera lección de democracia, pues no estaban influidos sino por los hechos que fiscal y defensor ponían a su consideración. En ese orden de ideas ser jurado en las elecciones también es un deber que los ciudadanos cumplen, unos con la satisfacción de estarle prestando un valiosos servicio al país en una de los actos en los cuales la democracia se manifiesta en su más pura concepción: la expresión de la voluntad popular para escoger al poder ejecutivo y al legislativo porque el judicial tiene otros procedimientos, a diferencia de países, de otras democracias, en donde ciertos jueces son elegidos popularmente. Así, analizando las obligaciones, se podrán encontrar en nuestra legislación ejemplos que cuando se cumplen, ponen a prueba la voluntad del ciudadano a contribuir  con  su concurso, a que las cosas  marchen bien.

También exigen nuestras leyes, las que se refieren a la administración de justicia, que el ciudadano esté presto a las solicitudes de los jueces para la pronta y cumplida  administración de la misma. La justicia suele solicitar la presencia del ciudadano unas veces para juzgarlo y otras para que con su conocimiento sobre hechos que son motivo de investigación contribuya con lo que le consta, al esclarecimiento de asuntos a su cuidado.

El país tiene del Dr. Zuluaga, excandidato a la Presidencia, una magnífica opinión como buen ciudadano, cumplidor de todos los deberes de tal. De ahí que ni la prensa, ni sus amigos personales y políticos deben manifestar mortificación alguna porque lo hayan llamado a absolver algunas preguntas, como él no la tuvo: estoy seguro de que nunca la tendrá por cumplir los llamados de la justicia, pues se le tiene como un buen ciudadano.