ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Sábado, 4 de Octubre de 2014

A TRAVÉS DEL TEODOLITO

¿Válidas conclusiones generales?

¿POR  qué han de ser la mayor parte de las noticias, artículos y en general informaciones  señalando, a veces en forma malintencionada, los defectos, taras, mal servicio, etc.  de organismos privados y públicos? Será que tenemos una conformación psicológica para complacernos en oír malas noticias, por lo cual las buenas o digamos más o menos intrascendentes no son del interés general. Si alguien es sindicado de un crimen o de un robo, la noticia debe ser difundida, en tanto tenga más detalles es mucho mejor. Es posible que se tenga en la mente que las cosas buenas deben suceder y por tal razón no constituyen materia prima de las noticias.

Que Bogotá es ciudad cercada por los ladrones, es el fruto de las informaciones sobre robos y atracos que infortunadamente suceden en todas las ciudades populosas y no populosas. Pero hechos de personas que se distinguen por su buen comportamiento y honorabilidad no son objeto de noticia porque así es la mayoría de la gente. Pienso que de vez en cuando sí vale la pena registrar hechos que son la otra cara de la moneda de quienes piensan que a Bogotá y a nuestra sociedad se la llevó el patas por la falta de honorabilidad, indecencia e irrespeto por los bienes ajenos. Doy testimonio personal de un hecho sucedido hace unos meses. Alguien en forma descuidada dejó caer su teléfono celular en la calle; alguien lo recogió y al atender una llamada de una persona amiga del dueño, contó por qué estaba contestando y que por favor le dijera al dueño que lo llamara. Así se hizo, contestó el buen samaritano, se puso cita con el dueño y le entregó el celular. Esta fue una acción honorable del mensajero que desmiente a quienes piensan que vivimos en medio de ladrones; pueden decir que fue una acción individual y rara que no le agrega ninguna clase de virtud a la clase a la cual pertenece el mensajero que tuvo le decencia de devolver el celular. Pienso que sí corresponde a la virtud de su clase. Nuestra gente es básicamente honorable y no lo digo por orgullo nacional sino que es la afirmación de quienes en alguna forma  han  tenido que ver con el conglomerado social colombiano.

Otro registro más o menos permanente es la denuncia sobre servicios deficientes en los centros de salud ya sean estos oficiales o privados; lo más probable es que las denuncias sean ciertas, lo que no es válido es que de eventuales fallas en los servicios se infieran conclusiones de carácter general. “Todas las entidades prestadoras de servicios de salud dejan mucho que desear”, no parece que sea una conclusión lógica de esporádicas fallas. Esta vez debo hablar en primera persona para dar testimonio del magnífico servicio prestado por Colmédica y la  Clínica Santafé en un pequeño asunto de carácter médico quirúrgico en el cual este columnista fue objeto de los cuidados de las entidades que se acaban de mencionar. Es justo hacer este reconocimiento del cual no puedo inferir que siempre los servicios son excelentes como no se puede inferir que siempre son malos por alguna deficiencia que se  observe o se sufra.