ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Sábado, 14 de Enero de 2012

 

Ojo al alcalde

 

Bajo la teoría de que nuestro flamante alcalde Petro debe ser objeto de una permanente observación para reconocerle lo bueno y criticarle lo que no se considera tan bueno aunque él lo crea así, es como debe manifestarse el bogotano y también el colombiano porque, aunque los bogotanos suframos de una cierta antipatía por fuera, al fin y al cabo Bogotá es la capital del país, reflejo de todas las cualidades y defectos de nuestra nacionalidad.

Nos ha sorprendido Petro con varias iniciativas que merecen estudio, análisis de posibilidades y factibilidad. La fusión de nuestras empresas de servicios públicos como son la que nos suministra el agua y la que nos provee la energía eléctrica, propone él que se conviertan en una sola con la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá, que no ha podido ponerse a tono con el vertiginoso progreso de las comunicaciones y por tanto se ha venido quedando rezagada en este aspecto, pero cada día objeto de la voracidad del sindicato de trabajadores el cual, hace algunos años, sacó en hombros al entonces gerente doctor Galán por la excelente convención colectiva que acababan de firmar. Debieron ser muy cordiales las conversaciones que culminaron en la paz laboral que se respiró. Ahora Petro pretende perpetuar situaciones de esta naturaleza con cargo a los ingresos de las empresas de acueducto y energía las cuales, mal que bien, están prestándole un buen servicio a la ciudad. Ese va a ser un tema que entretendrá a la opinión pública.

Otra de las iniciativas es la de alargar la permanencia de los estudiantes un año más en el colegio. Todo lo que se aprenda tarde o temprano sirve en el curso de la vida, de suerte que si se trata de enseñarles más a los muchachos, vale. Pero que ese año más de permanencia en las aulas equivalga al primer año en la universidad, sin contar con este estamento de la educación superior, sí parece un exabrupto, pero más que eso, un engaño para los estudiantes y sus familias. Es otra iniciativa efectista de muy difícil concreción. Pero eso sí, nos ha dicho que para convertir en realidad este programa no necesita sino de ocho mil profesores adicionales. Ojo, que por ahí va a comenzar la burocratización de la Alcaldía, en actividad tan sensible como es la educación. ¿Qué clase de maestros pondrá? ¿Será que con esta modificación contribuirá a la disminución del desempleo en la ciudad?

Lo del desarme es algo con lo cual, salvo los que quieren o necesitan estar armados, se está de acuerdo. Ojalá la medida sea universal incluyendo a quienes las necesitan para cometer las fechorías que nos tienen tan tristes.

La presentación de las iniciativas es engañosa como suelen ser las de la izquierda; con pañolones de sensibilidad y aceptación inicial nos van metiendo en ciertos programas que, a la larga, resultan un fiasco.