Alfonso Orduz Duarte | El Nuevo Siglo
Sábado, 30 de Enero de 2016

Tránsito en Bogotá

“Múltiples diagnósticos pero pocas soluciones”

 

EL TEMA  del tránsito en Bogotá es asunto de permanente preocupación para todos quienes aquí vivimos, incluyendo a alcaldes y autoridades de toda índole.  Entre todos no hemos sido capaces de proponer soluciones eficaces para tratar de resolver el caos tan impresionante. En la formulación del diagnóstico del mal que nos aqueja parece que sí somos expertos. Pero lo cierto es que  difícilmente se encuentra una ciudad en el mundo que no se lamente de la manera como se maneja el tránsito de vehículos. Nueva York que es un polo de atracción mundial, también es objeto de quejas por la circulación por parte de todos los automovilistas, particularmente los taxistas. Allá,  en donde son un poco más disciplinados los conductores que nosotros, le atribuyen las dificultades en la movilización a que hay demasiados automóviles; para nosotros también puede ser un motivo, aunque en términos estadísticos comparativos con otras ciudades, el número de automóviles por ciudadano es relativamente bajo. Si mi memoria no me falla, ciudades como Buenos Aires nos superan ampliamente en el número de persona por vehículo o viceversa; allá las vías son bastante más amplias que aquí lo que no la exime de tantos trancones como los nuestros.

Parece que adolecemos de tres características que deben ser atendidas para tratar de resolverlas. Aunque para el número de habitantes el número de vehículos es bajo, el gran problema es que aun para éstos las vías son insuficientes. Bogotá que ya casi llega al quinto centenario de su fundación y tiene algo así como ocho millones de habitantes, que comparados con los seiscientos mil que la habitaban el 9 de abril de 1948,  ha sido testigo de un crecimiento vertiginoso y de un cambio de actitud ciudadana después del fatídico 9 de abril. Era una ciudad colonial hasta hace relativamente poco tiempo.  Hasta aquella fecha disfrutábamos de un servicio público de transporte adecuado: el tranvía hoy desaparecido y un servicio de buses  aceptablemente bueno. 

Hoy todo le  quedó pequeño, las calles por las cuales debemos transitar, a pesar de los esfuerzos de los urbanistas no han consultado las previsiones del futuro.  A pesar de los grandes esfuerzos nuestras vías siguen siendo insuficientes. Pero a estas consideraciones hay que agregarle la indisciplina de los conductores bogotanos.  Eso sí se podría corregir con instrucción como la que trató de inculcarnos Mockus. El transmilenio ha ayudado a la movilización de los bogotanos. Solo hay que pensar cómo sería el tránsito urbano si éste no existiera.

Ahora la nueva administración local se esfuerza por enfrentar los problemas de movilización, ha dispuesto que la famosa carrera once deje de ser de dos vías en sentidos contrarios; esa desde luego es una medida buena pero circunstancial que debe jugar con otras que ayuden a obtener mejores resultados. Esta carrera once, que ha sido prolongada en dos calzadas de la calle cien hacia el norte por entre los cuarteles hasta empatar en la calle 106 con un majestuoso puente muy bien construido y bonito, pero inadecuadamente ubicado. El tema de la carrera once debe comprender estas nuevas estructuras viales, como son las ya mencionadas para lograr una más idónea y eficaz utilización por parte de los usuarios.