ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Sábado, 5 de Abril de 2014

A escasos dos meses

 

Dicen  que la pasión obnubila la razón y no deja pensar bien; la objetividad desaparece de los raciocinios y quien se deja dominar por la pasión se crea un mundo el cual cree que es el verdadero. Quienes de ese mundo irreal  se aparten, según su peculiar modo de pensar, se están apartando de la realidad. Díganlo si no los enamorados de amores imposibles, ya sean éstos ideas o personas. No hay razonamiento que valga y que sea aceptado por quien se deja poseer por la pasión y excluye la posibilidad de contemplar alternativas diferentes a aquella que ha ocupado y a veces enajenado su capacidad de raciocinio. Una actitud es la de ser firme en sus propias convicciones, firmeza no tiene por qué excluir  el uso de la razón y la capacidad de escuchar con ánimo tolerante lo que tengan que decir los otros sobre las demás a la luz de sus propias convicciones.

La actual campaña electoral que culminará el próximo 25 de mayo con la elección del Presidente o nos conducirá a una segunda vuelta para decidir entre dos, quien ha de gobernarnos, está comenzando a tener su propia dinámica llena de controversias entre uno y oro de los contendientes quienes no dejan de ser émulos con un mismo propósito como es llegar a la Casa de Nariño o continuar en ella.

Colombia tiene que estar oronda y orgullosa del grupo de colombianos que se alistan y quieren gobernarla, pues todos ellos son personas de bien que nos colocan ante la faz del mundo como un país civilizado con gente culta dispuesta a trabajar por el bienestar de todos nosotros. Se podrán tener diferencias con todos o con algunos de ellos sobre la manera como proponen manejar a esta nación, de las cuales surgen  controversias estimulantes y creadoras siempre y cuando estén acompañadas del respeto y consideración entre ellos. La polarización entre el pro por alguien no permite, no debe permitir, que quienes en una sana y democrática competencia se tilden a sí mismos como “anti” alguien. Los amigos de la reelección de Santos no tienen por qué erigirse como antiuribistas o antizuluaguistas ni anti-nada así  como los uribistas ahora encarnados en el candidato Óscar Iván Zuluaga lo harían mucho mejor, si en vez de tener como base de su campaña el antisantismo que a la hora de la verdad no es otra cosa que denostar de su persona; nada de lo que ha hecho en estos últimos 4 años  les parece bueno, es cuestión de apreciación. Mejor que continúen informándoles a los ciudadanos cómo se proponen dirigir los destinos de la nación en caso de victoria. Sabemos, por ejemplo, que son enemigos del proceso de paz, tal como lo está adelantando Santos. Una actitud positiva y optimista, en contraste con una negativa, invitaría a los electores por lo menos a pensar y seguramente a obtener su favor.  Todavía debe circular mucha agua bajo los puentes,  en estos dos meses escasos que debemos oír a los candidatos e invitarnos a que votemos por uno de ellos.