A TRAVÉS DEL TEODOLITO
Reacciones ambivalentes
Decíamos ayer, parafraseando a San Agustín, que las elecciones serían animadas; en realidad así lo fueron. Los electores tuvimos a nuestra disposición un menú variado y podría decirse, para todos los gustos. Que Colombia es un país conservador en sus costumbres, usos y gustos, quedó demostrado. Un mal que el país no ha podido superar, es el de la apatía de buena parte de nuestros compatriotas a quienes les da pereza levantarse a ir a cumplir con su obligación ciudadana, en parte por la desconfianza hacia la clase política; ejercer el derecho de manifestarse sobre el futuro de la nación no debería ser solamente una obligación moral ciudadana, sino prescrita. En nuestra bella y querida capital estamos viviendo, lo que estamos viviendo, por esta apatía, como es tener que soportar a un alcalde incapaz e inepto que fue elegido por no más del 15 por ciento de los bogotanos aptos para votar; los que no lo hicieron, más del cincuenta por ciento, le cedieron sus derechos a una minoría con los resultados que hemos tenido que aguantar. La ausencia de votantes fue notoria. ¿Puede decirse ante esta circunstancia que el Congreso que ha sido elegido es la expresión ciudadana? Si la ausencia de electores es una expresión ciudadana, puede afirmarse entonces que sí, que la suerte de la nación les tiene sin cuidado y que confían en otros esa responsabilidad.
Las reacciones de todos los grupos y partidos políticos son ambivalentes. De satisfacción y también de desasosiego. La U, el Centro Democrático, el Partido Conservador, el Liberal, Cambio Radical y otros, es de suponer que estén satisfechos con los resultados. La U superó en votos al de su fundador Uribe, ahora ajeno y émulo de su destino y va a disponer de 21 senadores; los partidarios del CD tienen que estar contentos por haber obtenido 19 cupos, pero descontentos porque su aspiración era obtener 40; pero además la derrota o digamos la votación de la U los debe tener aún más descorazonados pues lo superaron en más de dos cientos mil sufragios, aunque ahora se diga que fueron obtenidos fraudulentamente. Lo cierto es que la aritmética, mientras no se demuestre lo contrario, no es cuestión de opinión. El Partido Conservador no puede darse por mal servido por los electores; su caudal electoral estuvo en los alrededores de los dos millones de votos pero disminuyó el número de senadores. Volvió a tener una vigencia importante en el manejo del país pues bien puede convertirse en árbitro y poder decisorio en las próximas elecciones para la Presidencia. El Partido Liberal, dadas las circunstancias, también hizo una presencia decorosa aunque quedó rezagado en el número de electores. Cambio Radical mejoró su presencia pues obtuvo un parlamentario más. El fracaso de la izquierda es elemento que bien puede demostrar que Colombia es un país conservador en su proceder.
El panorama político a raíz de estas elecciones no ha tenido una modificación sustancial, salvo que va a contar con una oposición aguerrida, que orientada con fervor patriótico le hará bien al país. Los voceros del CD, con los representantes del Polo, de los Verdes y otros, llevarán al Congreso voces opositoras que el país debe oír con atención.
Lo dicho, las elecciones han sido animadas. Además tranquilas en todo el país. Los participantes, candidatos y ciudadanos, así lo reconocen.