Confusión y caos
El tema que es obligado en las charlas de los bogotanos y de quienes sin serlo se interesan por el bienestar de la ciudad que los ha acogido es, sin lugar a dudas, el que tiene que ver con los destinos de Bogotá, íntimamente ligados a lo que puede suceder en el Palacio Liévano. ¿Lo tendrá que desocupar el actual inquilino o permanecerá campante ejerciendo y dando más evidencias de la ineptitud de la cual ha dado muestras inequívocas desde cuando se posesionó? Vaya uno a saberlo, aunque algunos piensan con el deseo cual es el de ver a la capital bien administrada, bien dirigida y con metas de acción clara y precisas.
Es tal el cúmulo de hechos desacertados de los cuales nos ha hecho testigos el señor Petro, que todos los días hay algo nuevo en el panorama de la ciudad. A propósito de la apelación a las manifestaciones de apoyo que ha prohijado en la Plaza de Bolívar, un muy distinguido y conocido abogado costeño, residente en Bogotá desde hace muchos años, con tendencias ideológicas evidentes, decía recientemente que desde Jorge Eliécer Gaitán no había aparecido en la escena nacional un líder nacional que fuera capaz de movilizar a las masas y que ahora el país podía contar con uno de apellido Petro. Es cierto que esta ineficacia administrativa no parece importarle a Petro, sino que quiere mantenerse a toda costa manejando las riendas del poder.
Las tres últimas administraciones de la izquierda han sido desastrosas, lo puede comprobar todo el mundo. No es precisamente una buena recomendación pertenecer a la izquierda colombiana para hacerse a las palancas del poder con estos resultados. Pero lo cierto es que se han hecho a ellas a ciencia y paciencia de la clase dirigente nacional que tal vez no está convencida de la trascendencia de lo que por su conducta propició. Si nos referimos a por qué llegó Petro a ganar las elecciones tenemos que concluir que gracias a la división por las ambiciones personales de quienes aspiran a ser alcalde no tuvieron la grandeza, ni la visión para deponer o aplazar sus deseos electorales para no darle paso a esta debacle que no parece tener una solución fácil.
Cuando parecía que todo estaba resuelto se nos aparece una tutela que suspende todo lo que el Procurador había estudiado en más de un año. Los abogados, eminentes unos y no tanto otros, han opinado sobre este asunto ofreciendo toda clase de explicaciones que no le permiten al ciudadano de a pie, si cabe la expresión, para indicar a aquel que de buena fe y con ánimo desprevenido quiere saber que le sucederá a su ciudad, a hacerse a un criterio que le permita pensar con estas opiniones en forma clara. Hay derecho a elucubrar; si Petro con todas las mañas de las cuales ha hecho gala permanece, saldrá políticamente alegando que el pueblo salió a defender sus derechos. Con este argumento repetido saldrá de la alcaldía listo a afilar sus estrategias y claro, las de la izquierda, para ir por la presidencia. No nos extrañemos de que eso ocurra y ahí si a quejarnos al Mono de la Pila ¡Confusión y caos es lo que se vislumbra! ¿Quién o qué nos podrá salvar? Respuestas a esta pregunta hay en los programas cómicos de la televisión.