ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Sábado, 23 de Noviembre de 2013

¿Obras, difícil comenzarlas y terminarlas?

 

La construcción de obras públicas, grandes y pequeñas, tiene que sufrir algunos trámites, para que se vuelvan realidad; algunos son legales, otros técnicos y el principal de todos es el asociado a la voluntad política.

Ha sido costumbre entre los políticos que llegan al Congreso, que su misión no la consideran plena si no consiguen la aprobación de una ley que ordene la construcción de una carretera, de un hospital, de un colegio, de una planta eléctrica, etc.  Con la ley debidamente aprobada llegan triunfantes a su comarca a reclamar el cumplimiento de sus obligaciones como representantes de la región que los eligió. La  ley suele terminar diciendo que se autoriza al Gobierno nacional para hacer los traslados en el presupuesto que el mismo Congreso expide, para dar cumplimiento a lo dispuesto.  Pero eso no suele ser todo; para que la obra se pueda construir es necesario que se hagan los planos, como suele decirse para significar que el proyecto correspondiente hay que hacerlo. Esa etapa tiene su trámite de aprobaciones, incluyendo hasta Planeación Nacional, dependiendo de la envergadura de la obra. Pero como hay un ordenamiento legal se hace necesario invitar a los interesados a participar en una licitación, pública o privada, para realizar la cual deben elaborarse los pliegos, como se denomina el catálogo de condiciones que deben cumplir quienes quieren participar. Generalmente si la construcción de la obra ha de durar más de una año, la apropiación presupuestal para el año de iniciación suele ser adecuada, lo cual no garantiza que durante el período de la construcción así sea. Aun contándose con constructores idóneos y como las firmas nuestras lejos de ser de capital lo son de trabajo, requieren de la participación oportuna del presupuesto ya sea éste nacional, departamental o municipal.  Esta es una de las causas por las cuales muchas obras se quedan inconclusas.  Otra, desde luego, es que los pliegos de cargo o condiciones de participación no sean claros y no establezcan con  precisión las obligaciones de los contratantes.  Se dice hoy por hoy, que las firmas de construcción tienen más abogados que ingenieros; posiblemente es una exageración pero sí una manifestación de cómo inciden en el desarrollo de un contrato de construcción las circunstancias legales dentro de las cuales éste tiene lugar.

Todo lo anterior se ha visto superado en la práctica con la puesta en ejecución de las obras hechas por concesión; el sistema  resuelve una serie de asuntos de mecánica presupuestal, pero no ha sido ajeno a la interpretación de los temas legales. Por eso hay  varias generaciones de este sistema, cada una de las cuales ha incorporado las experiencias de las anteriores.   A pesar de ello existen obras que al ser contratadas por este sistema no han podido ser terminadas oportunamente.

Parlamentarios han presentado un proyecto de ley por medio del cual obligan a que las obras se terminen. Es plausible la iniciativa pero se requiere saber por qué quedaron inconclusas. Si no se establece por qué quedaron en el estado que tanto preocupa a los parlamentarios no se habrá hecho nada positivo. ¿Será el sistema de contratación, o será lo que en forma jocosa decía un Ministro de Obras Públicas en un congreso del gremio: “Con los contratistas lo más difícil es que comiencen las obras y que las terminen”.