Participación política, opción válida
Los sistemas por medio de los cuales los pueblos han decidido quiénes y cómo deben ser dirigidos, orientados, en fin, gobernados, se hunden en las profundidades de la historia. Posiblemente en los tiempos primitivos a quienes se les reconocía experiencia, serenidad, objetividad, vale decir condiciones de líder, si es que en tempranas épocas el concepto de liderazgo era reconocido y sus orientaciones, consejos y recomendaciones eran atendidos, se convertían en gobernantes. Con el tiempo se fueron estableciendo las pautas a las cuales debería someterse quien aspirara a dirigir. Estas condiciones y características de liderazgo se fueron transformando en patrimonio de algunos clanes y familias lo cual dio origen a las monarquías las cuales aún en nuestros días subsisten llenas de privilegios, nunca comparables con los que otrora tuvieron.
Los países del norte de Europa, Suecia, Noruega, Dinamarca, Holanda, Bélgica, Inglaterra, España, son algunos de los que disfrutan de monarquías constitucionales que en la práctica no son cosa diferente a un saludo contemporáneo, muy costoso desde luego, a una historia de siglos que los llena de orgullo. Son símbolo de la nacionalidad en general respetado pero que no excluye la confrontación de quienes desean acceder al manejo de las tareas de gobierno. Francia con la denominada Revolución Francesa se deshizo de la monarquía en forma por demás sangrienta; dejó significativas enseñanzas para dar origen a la llamada democracia, de la cual ya habían hablado los griegos y al poder del pueblo, pero ahogó en sangre el sistema monárquico. El pueblo merece gobernarse a sí mismo fue el movimiento que hizo triunfar el poder del pueblo para el pueblo. El gran interrogante fue el de resolver quien debería encarnar esas ambiciones. Comienza entonces la disputa por el poder que nunca pudo tener una respuesta que se acomodara a quienes con sus prédicas habían dado al traste con la monarquía. Teóricamente el ejercicio del poder está lleno de privilegios de los cuales el común de los mortales, es decir, los gobernados, carecemos. Uno de esos privilegios es el de servir a la comunidad. De ahí la lucha por obtener el favor de la sociedad para acceder a las palancas del poder y poner en práctica el sistema político que los guía y orienta. Los partidos políticos se hacen presentes en la vida de los países y sugieren sistemas los cuales se proponen poner en práctica en el poder. Todo esto es absolutamente legítimo y en el juego de la democracia si obtienen el favor de los electores, que es el fin último de los partidos políticos, se instalan y comienzan a gobernar.
Las Farc han ignorado el proceso histórico y han querido imponer sus puntos de vista no por el sistema que nos hemos dado, sino que han querido imponerse por la vía de la violencia sin éxito alguno. Ahora, una vez reconozcan sus equivocaciones pasadas, se les puede extender la oportunidad de hacerse presentes en el escenario nacional que es el adecuado para exponer sus ideas, si es que las tienen claras y así participar, por la vía pacífica, en el quehacer nacional.