El impacto social de la filosofía
Al declive de las universidades como comunidades de profesores y académicos se suma hoy día la crisis de la filosofía como amor a la verdad. Ya a finales del siglo XIX se formuló la muerte de la filosofía al lado de la muerte del hombre y la muerte de Dios. Esta crisis de sentido está directamente relacionada con la crisis social a la que se enfrenta el hombre de los últimos siglos.
Pero ¿qué es lo que ha ocasionado la renuncia a la verdad y al sentido? ¿Es acaso la confusa situación social que trae como consecuencia la revolución industrial y las guerras mundiales, la que ha sembrado en el hombre el pesimismo y su consecuente renuncia a aquello que dota de sentido su existencia? Cualquiera diría que dados los hechos es natural renunciar a seguir buscando la verdad.
Sin embargo, si se invierte la lógica se nos presenta un panorama diferente y muy sugerente. ¿Qué tal si es justo la renuncia a la verdad y al sentido filosófico, lo que ha tenido como consecuencia la crisis social que ahora enfrentamos? Si revisamos la historia del pensamiento, tal vez por este camino encontremos una explicación sólida al caos y la confusión que caracterizan nuestra época.
Es justo en el pensamiento donde se encuentran las semillas de la acción. Por ello, de lo que podamos comprender se deriva el marco de orientación de nuestras acciones. Esto, sin duda, es aceptado más o menos unánimemente por la mayoría de las personas. En el plano individual, el comportamiento moral tiene que ver con el marco de comprensión y la racionalidad. No obstante si aplicamos esta misma lógica a la sociedad comienzan a aparecer objeciones. Esto sucede, básicamente, porque se comprende la sociedad, no como parte de lo natural en el hombre, sino como un agregado, una especie de monstruo en el cual se libra la batalla de la supervivencia. Se comprende lo social como aquello que le roba libertad al individuo; es, por decir lo menos, una terrible amenaza para las individualidades.
Esta idea, que ha hecho carrera en el imaginario social, es fruto del ejercicio filosófico de los siglos XVII y XVIII y de sus grandes representantes Hobbes, Locke, Hume, Rousseau, por sólo nombrar algunos. Podríamos recoger aquí múltiples ejemplos de la influencia e impacto que el pensamiento filosófico tiene en el ámbito social, pero no hay espacio suficiente. Basta con el ejemplo citado para comprender que dicho impacto no es una ficción y que del modo como se piense el hombre y el mundo, se derivan las acciones que van construyendo la historia.
Así las cosas, la tarea de la filosofía es radical, en el sentido literal de la expresión, pues es responsabilidad suya dar raíces y dotar de sentido al marco de las acciones humanas. Si la filosofía pierde su orientación verdadera, la historia y la sociedad se quedan sin coordenadas de sentido. Si la filosofía renuncia a la realidad, el ser humano pierde el escenario sólido en el cual es protagonista de sus acciones; desaparece así la esperanza y con ella, se instaura de manera inevitable, el pesimismo, la oscuridad y el caos.