IMAGINAR NOVEDADES
Nuevo paradigma
ES inevitable percibir en el ambiente los vientos de cambio que en estos tiempos corren. Por tiempos, no me refiero a la semana pasada, ni tampoco al anterior año. Esta observación se apoya más bien en la consideración de las últimas décadas y de las consecuencias que vivimos fruto del desarrollo científico de hace más de tres siglos.
No sé si se debe aún a los coletazos del cambio de milenio, que siempre traen consigo una agitación de los ánimos por sospechas del fin del mundo y otras creencias similares. Lo que sí puedo esclarecer de esta intuición es que coincide con lo que expertos científicos y humanistas diagnostican acerca de nuestros tiempos y con la necesidad, cada vez más apremiante, de buscar nuevos caminos y nuevos horizontes que permitan desviar el rumbo de la humanidad de la corriente imparable que parece llevarla al precipicio.
Las empresas, las universidades, las instituciones políticas y toda agrupación social se están preguntando cómo transformar un sistema de acción y pensamiento que comienza a percibirse ya caduco frente a las exigencias de las nuevas generaciones. Desde la academia se evalúa y reevalúa el proceder de la ciencia y sus alcances. Las comunicaciones, que cual super nova han explotado de forma espectacular, no ven claro el modo de manejar y aprehender la diversidad de modos y formas de difusión y almacenamiento de información que hoy se tiene. Los dispositivos de poder tradicionales, que solían bastar para controlar el imaginario colectivo, no atinan hoy a dirigir a las masas hacia un objetivo planeado. Como los pájaros, atrapados en las ondas electromagnéticas de una gran ciudad, hemos perdido el radar que nos orienta.
Pero así como antes de que la enfermedad desaparezca, el cuerpo pasa por un estado crítico en el cual los síntomas llegan a su máxima expresión y por lo tanto el malestar es igualmente agudo, estos tiempos críticos parecen ser el preludio de un nuevo paradigma.
Como en todo cambio importante, estar inmerso en el paradigma anterior es el principal impedimento para poder entrar en una nueva manera de comprender y actuar. Sin embargo, los esfuerzos por visualizar escenarios novedosos, y preparar las mentes y los corazones para la transformación son elementos imprescindibles. Frente a la habitual resistencia al cambio y el pesimismo que suele primar en las mentes humanas, el simple hecho de imaginar novedades es un antídoto estupendo para la inercia y el desánimo.
En tiempos de crisis las opciones son dos: o resistir al cambio, lo que suele significar perder la batalla, o responder a los síntomas con voluntad de cambio y mente abierta a una nueva comprensión.
Este año se habla de crisis económica en Colombia, por ejemplo. Las empresas, en su marco estratégico están desde ahora, introduciendo escenarios para pensar en alternativas de acción. Estas no tienen que ver únicamente con cuestiones monetarias, sino más bien con la consideración de la economía desde una nueva perspectiva, con la contemplación de su acción desde un nuevo paradigma. Ya no como acumuladores de capital, sino como administradores de recursos, como cuidadores del ambiente, como responsables de los otros. Esos son los espacios que comienzan a configurar el campo para el surgimiento inevitable de un nuevo paradigma y seguir vigentes y activos en este.