ALEJANDRA FIERRO VALBUENA | El Nuevo Siglo
Sábado, 20 de Septiembre de 2014

Este es el título de uno de los best sellers del filósofo estadounidense Michael Sandel, quien recientemente visitó la ciudad de Bogotá, invitado por el CESA en el marco de la celebración de sus 40 años. Al evento, asistieron los líderes empresariales de la ciudad quienes compartieron reflexiones en torno a la necesidad de una ética del dinero, incitados por los sugerentes dilemas que Sandel planteó.

La novedad de su propuesta no radica en su contenido. Digo esto, no por demeritar su trabajo. Al contrario, es de resaltar que traiga a la actualidad ideas filosóficas que desde hace siglos rondan la reflexión teórica en torno a lo que es el bien y a lo que nos corresponde como ciudadanos. Apoyado en la historia del la filosofía, este pensador invita a una reflexión seria sobre las cuestiones éticas a las que nos enfrentamos en el momento actual. Allí, si que radica la originalidad de su discurso y la eficacia de su ejercicio reflexivo, pues al poner en el contexto contemporáneo las cuestiones filosóficas de siempre invita a ampliar la perspectiva a partir de la cual comprendemos las dinámicas sociales y económicas bajo las que estamos funcionando.

Al describir esta época no como una en la que rige el sistema de mercado, sino como una sociedad de mercado, Sandel apunta a una revisión de la incidencia de las dinámicas económicas capitalistas en las relaciones interpersonales. Su tesis consiste es señalar que, aún cuando no seamos conscientes de ello, las dinámicas de intercambio monetario están reemplazando dinámicas humanas en las cuales debería primar un valor distinto al que el dinero representa. Este desplazamiento de los valores humanos por el valor del dinero, tiene consecuencias cruciales en el modo como organizamos la sociedad, pero sobre todo en los fines que nos planteamos como meta del desarrollo humano. Al supeditar bienes como el conocimiento, el aprendizaje, la salud e incluso el amor, al dinero, estamos tergiversando el sentido de esta medida de adquisición, pues le estamos otorgando la categoría de fin a algo que por naturaleza solo puede ser un medio.

Uno de los aspectos más importantes para que una sociedad esté “habitada” por ciudadanos que cumplen con su tarea, dice Sandel, es que el discurso político se concentre, no en discusiones superfluas que tienen como fin la defensa de los egos, sino en los temas éticos que están en juego dentro de las dinámicas políticas. Así, la ausencia de participación política y la apatía, no tienen origen en el desentendimiento de la población sin más, sino en que no se encuentran espacios para hablar de lo que realmente importa, es decir, de aquello que consideramos bueno o malo y que adquiere un carácter crucial en la orientación de nuestras acciones. La omisión de estos temas es, para el pensador norteamericano, el motivo por el cual el sistema y la sociedad de mercado han enfrentado catástrofes como las crisis económicas y las llamadas “crisis de valores”.

La invitación a recuperar la reflexión ética, a sacarla del ámbito privado para que adquiera un nuevo protagonismo en el sector público es el mensaje que la filosofía vuelve a dejar a la sociedad y, en especial, a la empresa y la política.