ALBERTO MEDINA MÉNDEZ | El Nuevo Siglo
Miércoles, 13 de Noviembre de 2013

¡A las cosas!

 

En 1939, en la ciudad de La Plata, el prestigioso ensayista y filósofo español José Ortega y Gasset decía "!Argentinos, a las cosas, a las cosas¡".
Su elocuente frase era completada cuando señalaba con idéntica eficacia "déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcicismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que daría este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas, directamente y sin más…".
En este 2013 aquella afirmación queda ratificada. El año se ha consumido transcurriendo sin pena ni gloria. El tiempo electoral vino a marcar el ritmo de los acontecimientos. Los problemas fueron nuevamente postergados. Desde el Gobierno, frente a un problema identificado por la sociedad, la tarea era ignorarlo.

Del lado de la oposición había que mostrar las dificultades, describirlas y amplificarlas. El objetivo era deteriorar el caudal de votos del partido gobernante para, de ese modo, aspirar a remplazarlo en el futuro.
El país tiene un abundante menú de asuntos sin resolver. Por un lado están aquellos que ya han sido visibilizados por la sociedad, como el caso de la inflación y la inseguridad. El aumento de precios es sostenido y sus efectos se hacen cada vez más evidentes. Los casos de inseguridad, muy frecuentes, limitando la actividad individual y amenazan los derechos más elementales como la vida, la libertad y la propiedad privada.
La corrupción también es parte de esta nómina de malestares, la que se asume con excesiva naturalidad, y burda impunidad de sus principales actores.
Un Estado costoso, dilapidador, ineficiente se agiganta sin brindar soluciones, requiriendo más impuestos, emisión monetaria y endeudamiento para financiar sus aventuras, a los empleados del sistema y los caprichos de muchos gobernantes que bajo su perversa ideología han hecho de este hábito una forma de vida que les permite alimentar a sus huestes.
El catálogo continúa con el indisimulable desorden de las cuentas públicas y una insoportable presión tributaria que saquea a los que se esfuerzan quitándoles una porción significativa del fruto de su trabajo. De lo que nose habla, es de cómo y cuándo se enfrentarán los problemas reales. Del otro lado del mostrador, una oposición voraz, obsesionada con la idea de llegar al poder, se ocupa en exhibir los problemas, hacerlos visibles, como si no hubieran participado de su gestación y vigencia.

Ortega y Gasset lo dijo hace varias décadas. Llevará mucho tiempo más comprenderlo. Así y todo, tal vez valga la pena recordarlo y repetirlo. ¡Argentinos a las cosas!