Adversidad | El Nuevo Siglo
Sábado, 25 de Noviembre de 2023

Es maravilloso cuando las cosas salen como queremos, que los finales son los que esperábamos. ¿Qué hacemos cuando los resultados son diferentes a lo que anhelamos?

Lo primero que precisamos hacer es reconocer todas las emociones que experimentamos.  Esto no es tan sencillo, porque estamos en una cultura que sobrevalora la felicidad y en la que a muchas personas se les han castrado las demás emociones: ¡Ay, no es para tanto! ¡Tienes que ser fuerte! ¡Los hombres no lloran! (Y ahora -en una muestra de falso empoderamiento femenino- las mujeres tampoco).  Tenemos derecho a estar tristes, con miedo y asco, a sentirnos débiles, a pasar por el resentimiento y expresar la rabia.  Y también tenemos el deber con nosotros mismos de reconocer que las emociones son transitorias.

Por ello, cuando vivimos situaciones adversas resulta clave darnos permiso para experimentar todas las emociones, poder nombrarlas y abrazarnos con ellas sin identificarnos.  Estoy con rabia y no soy la rabia; siento tristeza y no soy la tristeza; tengo miedo y no soy el miedo; siento asco y no soy el asco; estoy con asombro y no soy el asombro.  De la misma manera que cuando experimento felicidad no soy ella.  La desidentificación de la emoción es fundamental para dejar que estén el tiempo que se requiera y aceptar ese presente. 

Sentimos frustración cuando hemos construido expectativas sobre alguna situación.  Fritz Perls, el creador de la psicología de la Gestalt, dijo sabiamente que no nacimos para cumplir con las expectativas ajenas, de la misma manera en que nadie vino al mundo para satisfacer las nuestras.  ¡Estamos en el mundo de todas las posibilidades! Si tenemos esto claro en cada momento presente nos va a costar menos trabajo aceptar la vida tal como es.  Esto no es fácil, mas sí es posible: se requiere entrenamiento para que aprendamos paulatinamente a vivir cada presente con todo lo que trae.

Recordar que nada es permanente nos permite también abrir la puerta a otras posibilidades existenciales.  Una de ellas es poder identificar cómo de qué manera hemos contribuido a esto que estamos viviendo. ¿Nos faltó poner límites? ¿Acaso, claridad? ¿Qué perdimos de vista en el camino? También podemos reconocer, desde aquellas contribuciones, los aprendizajes qué podemos tener en esa situación que no nos gusta. Nada nos ocurre por casualidad, incluso cuando somos víctimas reales de algún abuso.  Tal vez nos cueste trabajo aceptarlo desde la razón, pero siempre hay motivos existenciales más allá de lo evidente, que podemos reconocer si nos damos la oportunidad.

Aceptar, reconocer, soltar e incluso agradecer.  Si logramos agradecer por aquello que no nos gusta estamos dando un salto en nuestra consciencia.  Con la gratitud le damos la vuelta a la adversidad.

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