Adriana Llano Restrepo | El Nuevo Siglo
Viernes, 13 de Febrero de 2015

Rechazados

 

La búsqueda de inclusión social a través de la educación no es un invento de Santos. El Icetex fue creado para poner la educación al alcance de jóvenes con dificultades para financiar sus estudios; Colfuturo también, para que muchas personas de las clases medias pudieran ir a Harvard y otras universidades de elite a hacer maestrías y doctorados. Esto es inclusión social a través de créditos beca que presuponen que ser pilo paga, sin tanta demagogia.

El pilo de Santos no recibe una beca ni un regalo; seamos claros; pagará su crédito con buen desempeño o con plata, si se rinde, por los gastos asociados a la educación, que hacen que la deserción en educación superior de los muchachos provenientes de familias de menos de tres salarios mínimos sea casi del 60%. Aunque Santos ha anunciado su ñapa y estos estudiantes vía Jóvenes en Acción recibirán $ 800.000 por semestre, o sea 133 mil pesos mensuales, para cubrir transporte, vestuario, útiles, libros y manutención.

Probablemente el pilo tampoco recibirá un trato de par; el hecho de que existan programas para acogerlos, como el de hermandad lasallista, o el de complemento alimentario de la Javeriana, de entrada los estigmatiza; y la ingenua aseveración de Los Andes de  que ni los profesores sabrán quién es becado, es un chiste.

Se formarán guetos de becados, porque la nuestra es una sociedad de exclusiones, que no se acepta como pluriétnica y multicultural y ni como recién llegada al bienestar. Cada cual pugna por salir a flote y cree que el otro le va a quitar su trozo de pan. Somos caníbales.

Los pilos me han hecho rememorar los colegios confesionales de mi infancia, que tenían una versión para niños pobres; un día, bajo el gobierno del anticlerical Turbay, se juntaron a la fuerza y no hubo inclusión social, sino estampida de las clases altas.

La inclusión social que se busca con los préstamos a los pilos, no será posible en tanto no se funde en “la aceptación del otro como un legítimo otro en la convivencia”, a la manera del biólogo chileno Humberto Maturana, en Emociones y Lenguaje en Educación y Política.

Recuerdo a una compañera de Gabriela en el Liceo Francés, que en recreo siempre estaba sola; una vez le pregunté por qué no tenía amigos y me contestó: “soy de los rechazados”. Es que “si no hay interacciones en la aceptación mutua, se produce separación o destrucción”.