Limpios
“Muchachos de la selección Colombia son éticamente mejores que la mayoría de nosotros”
¡Ah falta que nos hace la selección Colombia! Pero ah… cosas lindas que nos dejó. La más importante a mi modo de ver, una que hace rato parece refundida en quién sabe qué recóndito lugar: el juego limpio.
Ido el Mundial de Fútbol regresamos a esa rutina noticiosa que, a fuerza de recurrente, se nos volvió normal: que los Nule, que el “lavaperros” de los susodichos, que los concuñados de Petro, que los señoritos de Interbolsa, que el levantado del Fondo Premium, que el ex secretario distrital de salud, que Uribito, que etcétera y etcétera en un vértigo de marrullas, laxitud, trampas, corruptelas, ligerezas, engaños, hurtos, robos, atracos, astucias y vivezas, porque aquí no se juega limpio.
La ausencia de juego limpio en ámbitos públicos y privados se ha reproducido como un virus y se ha vuelto inmanente a la sociedad; parafraseando a Jean Baudrillard, “un enemigo fantasma que se infiltra por todas partes y que penetra todos los intersticios del poder”.
Este filósofo y sociólogo francés, cuyas reflexiones tuvieron como punto de partida situaciones concretas, simples y comunes de la cotidianidad del siglo XX, afirmó en La transparencia del mal: ensayo sobre los fenómenos extremos, que “el que vive por lo mismo, perecerá por lo mismo”.
Esa es la amenaza que se cierne sobre nosotros como nación. Lo grave es que parecemos inmunizados porque la falta de juego limpio ha estado en “el corazón del sistema”.
Entonces, aparece un hombre como José Pekerman, el director técnico de los chicos que tantas dichas nos han dado, para quien lo importante es la ética, el comportamiento de los futbolistas en la cancha; sin creerse Esopo ni Samaniego ni otro fabulista dador de moralejas y sin fungir de catequista, ha mostrado a lo largo de su vida que se puede ganar, triunfar, tener éxito, alcanzar el logro, llegar a la meta o cumplir los sueños, con juego limpio.
"Pékerman nunca se jactó de las vueltas olímpicas. Prefirió remarcar, sin demagogia, los premios Fair Play. El juego limpio era la sustancia de un proyecto que se consagró con trofeos (…)", escribió el diario argentino Perfil, en junio de 2013.
Los muchachos de la selección Colombia son éticamente mejores que la mayoría de nosotros; sin quererlo, sin buscarlo y sin posar de buenazos o superiores, hoy son la prueba de que el juego limpio no es de bobos.
Parte de ello, estoy segura, se le debe a Pékerman