Adriana Llano Restrepo | El Nuevo Siglo
Viernes, 6 de Mayo de 2016

EL SEPTIMAZO

Coherencia

QUE el acuerdo de Unidad Nacional se fuera al traste no debería extrañar a nadie, porque era cosa deleznable, hasta por definición; como coalición, ha sido simplemente una unión transitoria con un interés básico: Santos.

Hubo en ese salpicón politiquero mucho de unidad; por ello si el acuerdo se divide, se altera; y muy poco de unión, porque esta presupone conformidad, concordia, consolidación. “Seguir en la Unidad Nacional ya no nos interesa”, dijo Serpa, el sagaz; y el muy ladino Roy agregó: “Esa vieja unidad nacional es un matrimonio forzado”.

 

Pero sobre todo al tal acuerdo le faltó congruencia entre pensamiento, palabra y obra. Es que para ser coherente se necesita liderazgo, ya que no todo el que manda es líder, así su mandato sea legal y legítimo; los 450 mil votos de más que lo llevaron a ser repitente no convirtieron a Santos en líder sino de nuevo en jefe: el jefe de los colombianos.

 

Por eso los de a pie y los de la otra mitad acatan sus políticas -ni más faltaba, hay que vivir en orden- pero se resisten a seguirlo y lo castigan en las encuestas de favorabilidad. El rejo va en 79% de desaprobación (21% a favor) mientras Uribe terminó su segundo mandato con 80% de aprobación. La diferencia está en que uno es jefe y el otro fue líder.

 

Los líderes y los jefes pueden ser dos cosas diferentes, o la misma cosa al mismo tiempo, como Kennedy en Estados Unidos y Uribe aquí. Con todos los defectos que cada uno tuvo en su momento; con todo lo controversiales que fueron sus familias antes, durante y después de sus respectivas jefaturas de Estado.

Ellos pudieron porque inspiraron, tenían carisma y nos guiaron hacia un modelo de país sin rejo ni mermelada, conectados con sus electores, dando ejemplo. “El liderazgo tiene que venir de adentro hacia fuera. Así genera credibilidad y compromiso" asegura Stephen Covey en su librito de supermercado Los siete hábitos de la gente eficaz.

 

Por encima de todo un líder tiene que ser coherente. Como Uribe, con quien sabíamos a qué atenernos, cosa que no pasa con Santos porque no tiene comunión con la gente y como en el billar, juega a dos bandas.

Bailar al son que le toquen fue lo que hizo Santos con la tal Unidad Nacional; eso está bien para Jhonny Rivera y Pipe Bueno, pero no para ser considerado más que presidente, líder de un país.