EL SEPTIMAZO
Traición
¿Golpe de gracia a negociadores en La Habana?
Yo no voté por Santos, ni en primera vuelta ni en segunda, porque soy de la otra mitad. Los que eligieron a Juan Manuel Santos lo hicieron hipnotizados, convencidos o confiados con la promesa de que él nos llevaría al oasis de la paz tras más de medio siglo de conflicto armado interno y una cruenta guerra en los corazones.
Pues a los de esa mitad les metieron gato por liebre. No de otra manera se explica que Santos haya tenido que acudir a otro Santos para hacer la tarea para lo cual se le eligió. A mí, la endogamia santista me molesta y mucho. Ellos no votaron por su hermano cogobernante; yo ni a bate lo habría hecho.
Si Humberto De la Calle Lombana y sus coequiperos no son capaces, que los releven, pero no les pongan tinglado paralelo. Me parece muy simpático que el Presidente de Colombia tenga que mandar a su hermano mayor a hacerle la tarea. Eso se llama incapacidad o nepotismo.
'Timochenko' se puso feliz con la presencia del otro Santos: “Espero ahora sí avancemos en La Habana"; una prueba de amor del Santos de la octava. “Amar al enemigo es batir el récord de las traiciones”, leo en Una pantera en el Sótano, relato ambientado en la Palestina ocupada por los ingleses.
Los de esta mitad somos capaces de confiar en personas como Frank Pearl o Sergio Jaramillo porque uno sabe que trabajan para el país; pero quizás no en un Santos tan cercano al enemigo, a quien por supuesto perdonaremos, porque no perdonar es como tomar veneno; pero no los abrazaremos como hace el Santos de La Cabrera en nombre del Santos de la octava, como si fueran hermanos pródigos, porque no lo son.
Como un emisario es un mensajero que se envía para indagar lo que se desea saber o un estafeta a quien se encomienda comunicar algo a alguien, pero también un delegado para concertar cosas en secreto, un cónclave, pregunto si se cuece una traición a los de esa mitad; “una traición cínica es aquella que se realiza sin moral y sin sentimientos”, asegura Profi, el personaje de Amos Oz.
No sé si pueda haber traiciones que no sean viles porque por definición “vil es quien falta o corresponde mal a la confianza”; mientras se comprueba, pregunto: ¿se les dio golpe de gracia a los plenipotenciarios de La Habana?