Adriana Llano Restrepo | El Nuevo Siglo
Viernes, 20 de Febrero de 2015

Guisos

 

Mientras los temas se traslapan sin misericordia ni tiempo para decantarlos, sigo pensando en los muchachos becados, esos que por obra de la demagogia santista podrán levantarse por encima de sus circunstancias gracias al acceso a la educación, única herramienta que permite en este país atávico que la movilidad social sea menos ficción.

En redes sociales los llaman guisos, porque no han nacido en el privilegio y la riqueza, como si de eso hubiera mucho en este país de 20 millones de pobres y ocho de indigentes. Prefiero decir que son una cohorte de futuros self made men, personas hechas a pulso, como lo son casi todos los colombianos y como lo reconocen pocos, ilusionados con mimetizarse y borrar su pasado de carencias, en una sociedad que desdice del esfuerzo y avala a los avivatos, los atenidos y los delincuentes.

A mí me encantan las cifras, porque son más dicientes que la verborrea que tanto nos agrada. Por ejemplo, el hecho de saber que en esta Colombia próspera únicamente cuatro compatriotas están en la lista Forbes de ricos de verdad y que solo 52.284 contribuyentes tienen un patrimonio superior a 1.000 millones de pesos, que es una bicoca, muestra que en plata blanca, de ahí para abajo, todos somos guisos.

Lejos de alabar el esfuerzo que hacen estos chicos pilos y otros que permanecen anónimos, para construir un futuro, los lapidamos. Si fuéramos como los gringos, estaríamos trayendo a colación a Benjamin Franklin, hijo de un hacedor de velas y quien no obstante es considerado el self made man por antonomasia, además de uno de los padres fundadores de Estados Unidos. Era un guiso, si se quiere. Pero allá los exaltan.

Personas hechas a pulso, como se espera lo sean los pilos de Gina, ha habido muchas aquí; como Marco Fidel Suárez, hijo de lavandera y luego presidente de Colombia; María Chávez, quien se inventó Jolie de Vogue; Mario Hernández, el exitoso marroquinero que fue mensajero; Carlos Pacheco Devia, el patriarca del Grupo Colpatria, quien no se avergonzaba de  haber nacido en un hogar sencillo y quien llegó a ser depositario del bien más grande que alguien puede entregarle a otro: la confianza.

Odiamos a los guisos, pero nos dejamos engatusar de los atenidos, como Tomás Jaramillo Botero, de Interbolsa, o Pablo Villegas, de Constructora CDO; volvemos héroes a bandidos como Pablo Escobar, e ídolos a personajes de cuatro en conducta, como Diomedes Díaz.