Acoso, abuso y agresión sexual | El Nuevo Siglo
Jueves, 2 de Julio de 2020

Decir que todo es igual en estas diferentes prácticas es un poco atrevido, puesto que si hay diferencia en el proceder. Pero finalmente esas tres condiciones se encierran en un solo calificativo: violencia sexual. La violencia es algo que se realiza bajo la fuerza y coacción para imponer y lograr un fin determinado.

El acoso sexual se caracteriza por las palabras e insinuaciones morbosas para obtener favores sexuales, utiliza el poder y superioridad, esto sucede mucho en el trabajo cuando jefes o superiores acosan a su subalterno o subalterna verbalmente o escrito bajo intimidación de su puesto de trabajo.

El abuso sexual es el siguiente paso del acosador o acosadora, (hago esta aclaración porque estas actitudes no son exclusivas de los hombres, hay mujeres que también ejercen violencia sexual en alguna o todas las etapas) comienza a tener actitudes de contacto físico mas allá de las insinuaciones, toca atrevidamente a la persona acosada, le expide besos en algunos casos y así va subiendo la temperatura hasta lograr en muchos casos su cometido. En la gran mayoría de los casos el acosador(a) se hace a la idea que hubo consentimiento y se vuelve repetitivo, la persona acosada sufre sentimiento de culpa e íntimamente rechaza la situación, pero a veces esto dura algún tiempo o se queda en el silencio.

La agresión sexual es diferente, pues se inicia y termina con violencia física, por lo general sucede una sola vez configurándose el acceso carnal. Esto es común en niños y niñas abusadas o mujeres en estado de indefensión, produce un trauma de impacto permanente, se requiere de un tratamiento psicológico para sanar esa herida.

En todo caso este comportamiento social es una desviación ética y moral, que algunas personas lo han experimentado en una etapa de su vida. Unos en la juventud con el ímpetu hormonal, otros en la madurez o en una vejez morbosa. A estos se les conoce con el remoquete de “viejos verdes” y a los que gustan y acosan muchachos se les dice coloquialmente “cacorros”.

El caso de los soldados con la niña indígena es repudiable, pues se trata de una vieja figura de muchachos irresponsables y garañones, que abusaron de esa indefensa niña haciendo lo que en grupo popularmente le llaman “vaca muerta”, una deplorable y violenta práctica muy común en la muchachada que merece ser castigada con severidad.

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