Parece ser que el malestar por el cual se desvelaban tantas personas y comentaristas se está aclarando debidamente; poco a poco, desde luego. Del montón de candidatos, mejor dicho de precandidatos a la presidencia, con prudencia y con mesura se está aclarando el panorama. Las encuestas en las que, dicho sea de paso, poco creo, se han esforzado en mostrar cómo a base de preguntas se comporta y piensa el pueblo colombiano apto para votar. No ilustran sobre la tendencia como se va a manifestar la gente el año entrante, según este típico modo de auscultar el futuro.
Candidatos que superaron su condición de pre son básicamente los señalados por partidos reconocidos formalmente y los que apelando al sistema de obtener la venia de los votantes ya superaron el número de firmas, o como quien dice, al número de ciudadanos que resolvió acoger al beneficiado con su firma. Lo que el ciudadano común y corriente tenía en la cabeza como es. Que el candidato Vargas Lleras sería el candidato incontrovertible se volvió, según las encuestas, un simple deseo. Lo superan el candidato antioqueño que cuenta en su haber el haber sido alcalde de Medellín y gobernador de Antioquia con resultados que parecen ser ampliamente aceptables; también al candidato de Uribe quien se las arregló para según el sistema que se inventó el Centro Democrático. En general no hay objeción alguna. Cosa buena, pues será el candidato oficial del Centro Democrático. No se han oído objeciones por parte de los uribistas pura raza, pero si las hay de los que sin dejar de opinar que es muy buena persona, le achacan la característica de ser uribista pero no mucho, pues le asignan que no ha tenido malas maneras para hablar de Santos por lo cual lo consideran muy próximo a él, lo cual le acarrea el señalamiento de santista no digno de la confianza del partido. ¿Qué tanto avanzará esta información y qué tanto pesará por los votantes el año entrante?
Lo cierto es que los colombianos tendrán un menú bastante congestionado de candidatos; diez y seis son de los que ahora se sabe faltando lo que diga en últimas la CNE. Lo malo de este menú es que con contadas excepciones, Vargas Lleras una de ellas, no han presentado programas de acción que con los cuales puedan llevarse o conquistar los votos. Esto no es achacable sino al desprecio que los candidatos han tenido para con los partidos. Tendremos que revisar el asunto del proceso de obtener las firmas para hacerse acreedores a cualquier candidatura. Los que esto propusieron tal vez no pensaron en que se les estaba dando el certificado de defunción oficial a los partidos políticos. Tanto denigramos de ellos que ahora los estamos extrañando. ¿Tendremos tanto que pensar que no podremos llegar a las urnas debidamente convencidos? No quisiéramos ser de mal agüero, pero presiento que la abstención, a pesar de todos los que promueven a los ciudadanos a ir a las urnas, va a ser semejante a la de otras ocasiones, ojalá no mayor.