Por: Pablo Uribe Ruan
Colombianazo el 28 de junio de 2014. El título para los uruguayos, para los brasileros puede sonar exagerado, para nosotros, por el contrario, representa un sueño cumplido: por primera vez en la historia del fútbol nacional colombiano pasamos a Cuartos de Final en el mítico estadio de Río de Janeiro. Qué alegría.
Colombia le ganó a Uruguay en el Maracaná ante 73.000 espectadores que vieron al mejor jugador del Mundial meter dos goles maravillosos; el primero nunca se va borrar de nuestras memorias. Una selección para ser protagonista en un Mundial necesita de un crack: nosotros lo tenemos, se llama James Rodríguez. La FIFA lo nombró el mejor de la primera ronda el viernes pasado y con semejante rótulo James salió a la cancha con entereza a demostrar su repertorio de genio.
El marco era perfecto, Colombia jugaba en el estadio con más historia del mundo, tenía una rival de muchos pergaminos y abordaba su favoritismo con seriedad y profesionalismo. Ya no era ese equipo de la década de los 90 en donde sobraba el talento y faltaba el compromiso. En los himnos se notaba la jerarquía de Yepes, la concentración de James o la hidalguía de Sánchez. El mensaje era claro: de ganar le daban una de las mayorías alegrías al pueblo colombiano.
Colombia empezó el partido adueñándose del balón y Uruguay mientras esperaba. En los primeros minutos la Selección fue paciente, armaba el juego desde atrás con los defensas que tocaban en corto para los medios quienes se encargaban de armar un circuito con los volantes externos para derrumbar el cerco celeste. Uruguay no veía el balón. La posesión era colombiana pero carecía de proximidad porque no se llegaba con peligro al arco rival y Uruguay, después de tanto revolearla, estaba despertando y paulatinamente se aproximaba a Ospina. Y ahí, en un momento tenso del partido apareció el mago, sacó su barita y la mandó a guardar: James la baja con el pecho, se acomoda y pega un zurdazo imposible para Muslera que entra de martillito. ¡GOL! Golazo…
Los uruguayos apelaban a la “garra”, pero Colombia no bajaba el ritmo, seguía tocando y en las tribunas del Maracaná se oía el: ole, ole… Era tal la impotencia celeste que de la “garra” pasaron a la “maña” para calentar a los jugadores colombianos, pero aún así Yepes y Aguilar no se dejaron llevar por los insultos de Forlán que se fue al vestuario con la cara larga, llena de amargura.
Qué susto, dijimos algunos, para el segundo tiempo Uruguay va salir con toda. Pero no, Colombia volvió a lo mismo del primero tiempo –juego, juego- y al minuto 4 Armero se proyectó por la banda izquierda, le lanzó un centro a Cuadrado quien de cabeza se la bajó a James para el segundo gol. Otra vez James, el goleador histórico en los mundiales para Colombia, el mejor de la primera ronda, sí, otra vez. Y desde ahí hasta el minuto 80 Colombia sufrió el embate celeste: por la derecha, por la izquierda, con centros, con tiros al arco. Tranquilos, ahí estaba el gran David. Una, dos, tres… cuántas pelotas de gol paró el antioqueño, pieza clave en la Selección.
La FIFA dijo que el mejor jugador de la primera ronda era James. ¿Y cuál fue el mejor arquero?. Los últimos minutos fueron la continuación del embate, pero Colombia seguía firme en cada línea. 3 de reposición, Tabárez resignado, Godín pegando –como siempre- y Colombia ahí: fina, clara, cerrando el partido a lo grande. Pitazo final, pasamos a Cuartos de final contra Brasil. ¡Por fin! Cuántas generaciones no habían esperado este momento. Ahora se nos da en el país del fútbol, contra Brasil y con una Selección que tiene todos los condimentos para triunfar: humildad, jerarquía, fútbol, liderazgo y profesionalismo.