Generar políticas que regulen una explotación sostenible de los recursos ambientales y buscar alternativas sociales frente al cambio climático, serán algunos de los objetivos que se perseguirán en dos proyectos ambientales que se van a desarrollar en la amazonía y en el Caquetá, que se desarrollarán gracias al apoyo de la Embajada Británica y del Gobierno Nacional y que ayer fueron presentados a toda la comunidad.
El embajador Británico en Colombia, John Dew, celebró el apoyo de esas iniciativas de carácter científico, y recordó que no se pueden subestimar algunas circunstancias importantes como la seguridad alimentaria, la energética o la de recursos hídricos y menos en un país como Colombia que gracias a sus condiciones ambientales es un país que se destaca por su biodiversidad.
“En Colombia, como país con tantos esfuerzos, tanta biodiversidad y tanta agua también los riesgos son grandes, pero yo creo que trabajando juntos se puede hacer un impacto muy positivo en el ambiente”, dijo el embajador Dew, quien agregó que a través de las proyectos se busca generar políticas para que los encargados de tomar decisiones implementen acciones que permitan establecer un diálogo regional sobre el tema del cambio climático, aminorar los efectos negativos tanto ambientales como sociales, y aprovechar mejor las oportunidades que esos efectos naturales puedan generar.
La primera de las propuestas se llama ‘Agenda de Seguridad Climática para la Amazonía’ está liderada por expertos del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) y el Programa Global Canopy (PGC). La intención de esta primera iniciativa es determinar cómo está impactando el cambio climático en la seguridad alimentaria, de agua, energética y de salud en esa región del país.
Andrew Jarvis, uno de los directores del proyecto explicó que el interés de estudiar los comportamientos que se están presentando en la amazonía es la de crear estrategias que le permitan seguir considerando a esa zona como el pulmón del mundo.
“La amazonía es una región que tiene todos los ojos encima, el tema de deforestación, el tema de su potencial para reducir los impactos del cambio climático; entonces, se convierte en una zona muy importante. Estas iniciativas hacen parte de un proceso de investigación para la amazonía en Colombia, Brasil y Perú”, explicó Jarvis.
Y es que no es para menos la preocupación de los investigadores si se tiene en cuenta que en la región amazónica hay aproximadamente 48 millones de hectáreas, 8 de las cuales están intervenidas en procesos de deforestación o de transformación de suelos, unos 23millones en manos de resguardos indígenas, cifras que le dan al país un nivel relevante en cuanto a otras naciones de la región por la cobertura forestal existente y el cual debe ser dirigido a la protección y al cuidado.
El segundo proyecto se llama ‘Administrando servicios ecosistémicos para garantizar la seguridad alimentaria y la salud nutricional de los rurales en la interface forestal – agrícola’, es una propuesta que apunta a entender la relación bosque – comunidades nativas – actores externos, para encontrar fórmulas que garanticen la seguridad alimentaria en la región.
“Es una iniciativa que se va a adelantar en Caquetá y que busca generar información científica que permita entender la relación que hay entre la provisión de los servicios ecosistémicos y la seguridad alimentaria y la salud nutricional de las comunidades. Pero, el fin último del proyecto es generar información que pueda afectar la toma de decisiones y la generación de políticas públicas encaminadas a asegurar la conservación de los servicios ecosistémicos en áreas críticas como la amazonía y también el derecho de las comunidades a hacer uso de los recursos y que estos se protejan adecuadamente”, explicó Erwin Palacios, uno de los coordinadores del proyecto.
Los proyectos serán financiados por el Programa de Servicios Ambientales para el Alivio de la Pobreza (ESPA) y la Red de Conocimiento sobre Clima y Desarrollo (CDKN) del Reino Unido, y se espera que beneficien a cerca de dos millones de personas de escasos recursos que viven en las área estudiadas y, potencialmente, hasta 550 millones de personas que habitan en entornos similares en todo el mundo.