Por Álvaro E. Sánchez H. *
Especial para EL NUEVO SIGLO
Hoy por hoy no hay prácticamente ningún foro en el cual no se mencione, bien como asunto central o bien de manera colateral, el tema del calentamiento global; en general la población mundial se encuentra preocupada y la verdad no le falta razón.
En el caso colombiano existen un par de situaciones encontradas que hacen muy difícil y sensible el tema. Lo más grave del asunto radica en que no hay claridad sobre ellas a nivel gubernamental ni particular. Esas dos situaciones son las siguientes:
· Colombia, según cálculos del grupo de Cambio Climático de las Naciones Unidas, solamente aporta el 0.66% de los gases de efecto invernadero en el planeta.
· Colombia será en el corto plazo el tercer país del planeta en recibir los problemas derivados del calentamiento global, con una afectación de cerca del 93.5% de su territorio.
Ante estas particulares circunstancias nos encontramos en un país que colabora poco o nada con la generación del problema pero que sufre la mayor parte de las consecuencias previsibles en el corto y mediano plazos; aún en el evento poco probable de que nuestro país no produjera en el futuro ni un gramo de gases de efecto invernadero, más del 99% del problema seguiría existiendo y las consecuencias variarían en forma prácticamente imperceptible.
Ante esta realidad poco menos que apocalíptica, es natural que surja una pregunta, ¿Qué podemos hacer con respecto al tema? Las respuestas son varias y casi todas dependen de la voluntad y ejecución del Estado. Veamos algunos apuntes al respecto:
Protección de bosques y selvas
El material vegetal es el captador natural de los gases de efecto invernadero, además es un productor de oxígeno libre que tiende a equilibrar el planeta; en los últimos 100 años éste ha perdido cerca del 75% de sus bosques y ello incide particularmente en la cantidad de gases de efecto invernadero que se encuentran libres. En Colombia, no estamos lejos del 50% de destrucción de bosques en el mismo periodo de tiempo y el deterioro sigue su marcha; inclusive algunos de nuestros entes de control ambiental derivan parte importante de su supervivencia de los permisos de sustracción de bosques que se otorgan, encontrándonos ante la paradoja de los controladores depredando por necesidad y con permiso del Estado.
Por otra parte se obliga a las grandes empresas de hidrocarburos a compensar parte de las emisiones que producen mediante siembras, y algunas de ellas se realizan en material forestal de carácter maderable. Con ello aplazan el problema por unos años pero a la larga este material también desaparecerá y el problema será el mismo; no conozco de pólizas que garanticen que estos bosques serán repuestos en el momento de aprovechar la madera obtenida. Además de todo lo anterior se modifica el régimen de lluvias y de vientos por los cambios de la “bomba biótica” y también se modifican los afloramientos de agua que se han producido por la absorción de las raíces que dejan de existir.
Colaboración internacional
Mientras no propongamos y logremos colaboración de los países “industrializados” del planeta, no lograremos resultados que permitan garantizar un periodo más largo de supervivencia de la especie humana en las situaciones actuales; mientras el compromiso no sea global estamos condenando a las futuras generaciones a vivir con un nivel de dificultades que terminará por extinguir la especie humana del planeta; cómo y cuándo ocurra esto depende de nosotros mismos. Lo que es cierto es que el proceso se está tornando en irreversible y estamos entrando en la recta definitiva de la autodestrucción.
Las zonas más afectadas quedarán en su orden en América y África, especialmente en las regiones cercanas al Ecuador geográfico. Esto nos pone en el ojo del huracán y, como ya lo expresé, en el tercer país en afectaciones después de Guatemala y Nicaragua que serán las naciones más afectadas del planeta. Las consecuencias más graves que se pueden predecir son cuatro:
· Aumento y concentración de la lluvia en las épocas húmedas, generando aumento desmedido en los niveles de agua e inundaciones por la concentración de la precipitación, lo cual excedería la capacidad de asimilación del suelo.
· Aumento de los ciclos secos. Con ello se aumentaría peligrosamente la desertificación de algunas zonas y generaría la destrucción de algunos ecosistemas por los cambios bruscos de las condiciones del entorno. Esto se conoce como “desequilibrio ambiental”
· Aumento de la temperatura del planeta. Esto generará extremos en la temperatura, haciendo más fríos los periodos fríos y más calientes los periodos cálidos; adicionalmente se afectarán los caudales por efecto de los deshielos y se hará supremamente difícil el manejo de la agricultura.
· Aumento del nivel y la temperatura del mar. A raíz de esto habrá graves problemas con las poblaciones costeras y, además, la pesca se trasladará a aguas más profundas, generando un déficit en la alimentación del planeta, alimentación que ya estará complicada por los problemas asociados a la producción agropecuaria.
Redefinición del rol de autoridad
Debo reconocer que en los párrafos anteriores he cometido un error al referirme a la destrucción de las selvas. La verdad es que a partir de la Constitución del 91 y de la expedición de la ley 99 del 93 se ha creado una selva de grandes proporciones conformada por un número indeterminado de expedientes y de quejas sin respuesta, que se apilan en las corporaciones, en la ANLA y en el Ministerio del ramo; en ella se pierden a diario cientos de funcionarios que deben vigilar el cumplimiento de más de 1.850 normas del nivel nacional que tienen que ver con el medio ambiente y dentro de las cuales no se han contado las normas de las CAR’s, de los departamentos y de los municipios.
Estos funcionarios deberían estar destinados a planear el futuro y la supervivencia en las condiciones en las que nuestro país se verá afectado y a presionar a los países industrializados, en compañía claro está de la Cancillería, a quien le cabe la mayor responsabilidad de estos acercamientos.
* Director Maestría en "Gestión y evaluación ambiental". Escuela de Ingenierías. Universidad Sergio Arboleda. alsanchez2006@yahoo.es @alvaro080255