Tras más de doce años cautivos por las FARC, diez policías y militares colombianos deben ser liberados entre los próximos 2 y 4 de abril por esa guerrilla, que asegura son los últimos rehenes uniformados en su poder y anunció hace pocas semanas su renuncia al secuestro de civiles.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, comunistas), el principal grupo rebelde del país, puede quedar sin ningún miembro de las fuerzas de seguridad en su poder tras haber tenido a casi 500 de ellos en cautiverio durante los últimos diálogos de paz, que fracasaron hace una década.
La guerrilla asegura que los seis policías y cuatro militares que entregará son los últimos que tiene secuestrados, aunque la Policía colombiana denuncia que siguen faltando dos de sus agentes raptados.
Después de mantenerlos prisioneros entre 12 y 14 años en selvas y montañas, la guerrilla decidió en diciembre entregar a los uniformados a la ex senadora colombiana Piedad Córdoba de forma unilateral, como ya han hecho con otros 20 rehenes políticos y uniformados desde 2008.
Las FARC anunciaron primero la puesta en libertad de seis uniformados pero en febrero lo ampliaron a 10, a la vez que hicieron pública su renuncia al secuestro de civiles, de los cuales se desconoce cuántos tiene en su poder.
Este domingo, dos helicópteros de la fuerza aérea brasileña deben llegar al aeropuerto de la ciudad colombiana de Villavicencio (unos 110 km al sur de Bogotá), que servirá de plataforma de partida para las operaciones de liberación a desarrollarse en dos jornadas, el lunes 2 de abril y el miércoles 4, con las acciones militares suspendidas en la zona.
Se espera que también llegue a Villavicencio un grupo de mujeres extranjeras que han colaborado en la mediación de las liberaciones, como la Nobel de la Paz guatemalteca Rigoberta Menchú.
Esta será la cuarta operación humanitaria de este tipo que Córdoba y el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) realizan con apoyo logístico del gobierno brasileño desde 2009, lo cual ofrece algo más de confianza a los familiares de los rehenes.
"Tengo mucha alegría pero a la vez unos nervios tremendos, mucha angustia. Ojalá que las FARC cumplan", dijo Virginia Franco, madre del sargento del Ejército Alfonso Beltrán, uno de los diez que se espera sean liberados, en una conversación con la AFP en su vivienda del humilde sector de Ciudad Bolívar de Bogotá.
"Siempre tuvimos miedo a un rescate a sangre y fuego, porque en esa situación los guerrilleros tienen orden de disparar a los secuestrados. Ahora tenemos tranquilidad porque es la voluntad de la guerrilla", asegura la madre de Beltrán, soltero y sin hijos, de 42 años de edad, quien ha pasado 14 de ellos en cautiverio.
Para León Valencia, director de la Corporación Nuevo Arcoiris, especializada en el conflicto armado, la expresión más clara de la voluntad de la guerrilla de abandonar el secuestro sería mantener en pie estas liberaciones después de la ofensiva militar del pasado lunes.
Ese día las Fuerzas Militares colombianas lanzaron un bombardeo en el departamento de Meta, cuya capital es Villavicencio, que causó la muerte de 36 supuestos guerrilleros, incluidos al menos seis de sus mandos medios.
"En otras circunstancias, uno podría pensar que eso acabaría con las liberaciones, porque mataron a jefes de los frentes que tienen en poder a los secuestrados. Pero no han hecho ningún pronunciamiento en contra de la entrega", indicó Valencia.
Para los que van a recuperar su vida en libertad, los días previos son igualmente duros. "Desde el momento en que me enteré que me iban a liberar siguieron 23 días de mucha tensión, caminando hasta el punto de liberación", relató a la AFP el ex congresista Luis Eladio Pérez, a quien las FARC entregaron en febrero de 2008.
"Vives sentimientos contrapuestos. Una angustia por lo que vas a encontrar. Por si encontrarás familia, esposa, hijos. Pero también es una inmensa alegría de hallar esa libertad perdida", explicó Pérez.
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, subraya que su gobierno ha cumplido con todas las condiciones para la operación.
Santos dijo que el Ejército continuará combatiendo a las FARC hasta que compruebe gestos de paz como el fin de los atentados y del reclutamiento de menores, aunque no ha cerrado la puerta a un eventual proceso dirigido a acabar con casi medio siglo de conflicto armado en Colombia.
"Lo más importante para que haya un acuerdo es dialogar. ¿Cómo no se van a reunir con el enemigo? ¿Van a seguir toda la vida en guerra?", se pregunta la madre del sargento Beltrán, con semblante agotado de tanto esperar.