Con positivos indicadores económicos a su haber, la indivisibilidad territorial como bandera y el convencimiento de que para lograr que el país siga por la ruta de crecimiento que emprendió cuatro años atrás es necesario un gobierno fuerte, pero sobre todo estable, el mandatario conservador Mariano Rajoy redobla esfuerzos para conseguir una alianza con la oposición socialista y el partido de centro Ciudadanos.
Las elecciones generales del pasado 20 de diciembre dejaron un nuevo y complicado mapa político, así como un problema de gobernabilidad. Lo primero se evidencia con un bipartidismo (Partido Popular y Psoe) que aunque golpeado en las urnas continúa a la cabeza de las preferencias electorales y la irrupción –con fuerza- de partidos emergentes como el centroderechista Ciudadanos y la izquierda radical de Podemos. Lo segundo, con la composición de un Parlamento fragmentado donde ninguna de esas cuatro formaciones logró la mayoría absoluta y, por ende, la necesidad de establecer coaliciones para formar un nuevo Ejecutivo.
Es en este último escenario, donde desde hace más de 15 días se han movido los partidos españoles. El PP, con Rajoy a la cabeza, que necesita tener el respaldo de 53 diputados de otro partido para alcanzar la mayoría de los 176 y así formar gobierno, ha sostenido varias reuniones tanto con el líder de Ciudadanos, Albert Rivera como del Psoe, Pedro Sánchez. Así, de iniciales negativas se ha pasado a respaldos condicionados, por lo que los llamados de los conservadores a éstos no dan tregua, máxime tras la negativa socialista de aliarse con la izquierda radical Podemos por la férrea defensa que esta última mantiene a la independencia de Cataluña.
"No hay otra opción política", ha reiterado Rajoy, quien redobla esfuerzos para conjurar el fantasma de nuevas elecciones generales, a las que se habrá de convocar si se llega al 20 de febrero sin un acuerdo interpartidista.
La también conservadora formación Ciudadanos es proclive a la alianza política pero sus 40 escaños son insuficientes para alcanzar la mayoría, por lo que es indispensable convencer a los socialistas (90 escaños) para formar un gobierno de unidad y largo aliento.
A hoy, Podemos con sus 60 diputados parece quedarse solo en su intención de ser la llave para un nuevo Ejecutivo. Como lo reseñamos anteriormente, su entendimiento con el Psoe se vislumbra imposible por el asunto del nacionalismo catalán.
Así las cosas, En España no hay “tercera vía” sino una sola: la cohabitación . Y para llegar a ello se requiere un trabajo de filigrana política para consensuar posiciones intermedias -lo que en este campo no es nada fácil- para poder establecer un gobierno de coalición, como ocurre ya en varias partes del mundo. Ejemplo de ello Francia, donde se coaligaron partidos de centro derecha y centro izquierda para derrotar a la extrema derecha, o también en Bélgica, Alemania o Austria.
Y aunque tras tres décadas de alternancia en el poder del bipartidismo español esta vía es totalmente inusual es la única que queda para evitar la inestabilidad política. “En España esto no ha sido así y tenemos que empezar a acostumbrarnos”, sostuvo ayer Rajoy en entrevista a radio Cope.
Así, el líder conservador defendió su propuesta de gobierno "apoyado por más de 200 diputados, con todos aquellos partidos que creemos en la Constitución española, en una determinada forma de luchar contra el terrorismo, que apostamos por Europa, por el crecimiento económico, por el empleo, por la unidad de España, presidido por el PP porque ha ganado".
Rajoy, que volvió a descartar ceder el paso a un candidato que levante más consenso, deberá en principio intentar la investidura en la primera sesión parlamentaria prevista para el 13 de este mes y una vez el rey Felipe VI le encargue la formación de un gobierno.
El esfuerzo del actual Ejecutivo español se multiplica en todos los frentes y es así como varios de sus ministros, entre ellos el de Economía, Luis de Guindos, ha abogado públicamente por un gobierno de coalición entre PP, Psoe y Ciudadanos, al tiempo que ha advertido de una “incertidumbre en los mercados” si el que llegara al poder fuera la izquierda radical de Podemos, simpatizante de su par griego, Syriza.
“Debemos explorar la posibilidad de un pacto entre los dos grandes partidos tradicionales –conservador PP y socialistas del Psoe- y la pequeña formación de centroderecha Ciudadanos, con quienes coinciden en temas como la unidad de España, las relaciones con la Unión Europea o la lucha antiterrorista”, declaró en días pasados a la cadena Ser.
En ese momento insistió que “ese gobierno de coalición daría una enorme estabilidad" y que es una posibilidad que antes que descartarse debe tomar fuerza.
Por ahora, son los socialistas (quienes sufren una pérdida constante de votos y en la última elección a causa de Podemos) los que tienen la llave del gobierno. Han dicho que no quieren entregar la misma a la derecha pero también han descartado tajantemente hacerlo a la izquierda radical.
Con divisiones internas, un electorado en descenso y un fallido intento de renovación encarnado en el joven Pedro Sánchez, es más factible que los socialistas al no poder liderar un gobierno propio (para hacerlo necesitan de Podemos) apoyen o se abstengan de hacerlo a un ejecutivo surgido de PP y Ciudadanos, que aunque de antemano débil evitaría repetir las elecciones, escenario que se vislumbra como un grave riesgo para el Psoe porque la izquierda podría tomarle la delantera en las urnas.
En el “interregno” de la incertidumbre política, se conocen positivos indicadores económicos que serán viento de cola para los esfuerzos de entendimiento de Rajoy con los otros partidos. Entre ellos destaca la fuerte reducción del desempleo en 2015, que retrocedió en más de 354 mil ese año, la mayor disminución registrada desde 1996.
Aunque sigue siendo alto (4.04 millones), el nuevo guarismo evidencia el cumplimiento de uno de los objetivos del gobierno conservador de Rajoy, el de la generación de empleos, lo que no se registraba desde hace seis años.
Ello es una “tendencia muy buena”, reaccionó el jefe de gobierno español, al insistir que en que la gestión de los conservadores, tras la inevitable austeridad, está dando fruto y que el país no puede desviarse el camino del crecimiento económico que emprendió hace cuatro años.
Cohabitación política es la vía y del compromiso de los líderes de los partidos pende el futuro de España./EL NUEVO SIGLO