Emilio Sanmiguel
Especial para El Nuevo Siglo
Esta es una pelea desigual. Por una parte está el alcalde, que hoy se despertó y se le ocurrió la idea -estrambótica y provocadora como casi todo lo suyo- de construir viviendas para los pobres en los barrios de los ricos. Por otra están los propietarios de esos barrios que quedaron tan aterrados con el invento del alcalde que pusieron cara de que se habían «tragado el sapo» y apenas atinaron a decir que la idea les encantaba, que bienvenidos, pero eso sí, que los servicios eran carísimos, que no había colegios como para ellos, ni restaurantes, ni plaza de mercado…
Pero es que falta un protagonista por aparecer en esta Comedia de las equivocaciones: el grupo de “expertos” que se encargará de sacar la mejor tajada en este asunto. Los “expertos” -que Churchill los aborrecía- son esos personajes que, amparados en un diploma, hacen lo que les viene en gana porque su «experticia» es la patente de corso que se los permite.
Van a ser los ganadores de esta pelea y van a sacar del asunto miles de millones, y que nadie se atreva a contradecirlos. Los “Expertos en la Paz”, que han demostrado ampliamente a lo largo de décadas su ineptitud, han llenado sus arcas con honorarios que provienen de estudios, simposios, observatorios y seminarios que ellos con primorosa habilidad organizan… deben estar temblando ante las conversaciones de La Habana, que si salen al otro lado ¡se quedan sin oficio!, pero, bueno, para eso están germinando en los surcos de la patria los «Expertos en el post-conflicto».
Pero, bueno, era del coctel de estratos que venía hablando. Obviamente se equivoca el alcalde, que en materia de Planeación Urbana no puede estar peor asesorado. Para usar una frasecita de esas tan manoseadas, pero que por manoseada no deja de ser real, la ciudad es un ser vivo que no para, ni de involucionar ni de evolucionar. El Departamento de Planeación de Bogotá negó por décadas la existencia del comercio en la carrera 15 mientras el comercio era una realidad que avanzaba como una mancha de aceite desde el viejo centro comercial El Lago hasta que llegó a Unicentro, Planeación negaba sobre el papel esa manera cómo la ciudad evolucionaba y, cuando resolvió poner el correctivo, ya era tarde.
No hay que ser un genio para saber que por donde pasan peatones brota el comercio, pero a los encargados de la planeación se les olvidó esa realidad, pusieron la carrera 15 en sentido sur-norte y la 11 al contrario, obligaron a los usuarios del transporte público a subir y bajar constantemente y ahí está el resultado: comercio caótico, la desaparición paulatina de la vivienda, la llegada de la rumba, la destrucción del patrimonio y un estudiante asesinado en el caño de la 85.
Lo de la vivienda de interés social en los resguardos de los estratos altos será otro intento fallido en el intento de solucionar los problemas sociales del país, porque la nuestra es una sociedad de castas donde el poder del Establecimiento pasa de generación en generación. La ciudad, decía, es un ser vivo, los nuevos habitantes de los barrios exclusivos se las van a ingeniar, de eso no cabe duda y para los colegios van a hacer lo mismo que sus vecinos: irse a los extramuros a buscar un colegio. Pero apenas puedan y sepan que están sentados sobre una fortuna van a vender.
Porque la ciudad se organiza con una cierta lógica y el papel del Estado tendría que limitarse a anticiparse a esos procesos. Como todas las grandes capitales ya deberíamos estar celebrando el centenario de la inauguración del metro, pero no, seguimos mirando aterrados las hordas de expertos que han dilapidado miles de millones y no terminan de definir por dónde va a pasar la primera ruta, otro grupo de los mismos ya anunció que en ciertos sectores el animal va a salir a la superficie, porque hay mucha agua… y olvidan que con mucha más agua que la sabana de Bogotá, porque aquello era un pantano, San Petersburgo construyó su metro subterráneo.
Con el embeleco del alcalde de turno, digo yo, no hay que rasgarse las vestiduras pues, por una vez, la inefable ineficiencia del Estado va a jugar su rol determinante: ¡no hay tiempo!: Ya empiezan a aflorar los candidatos a la sucesión, vendrá un nuevo equipo de expertos, en vivienda, en movilidad, en planeación…y ya se sabe lo que va a pasar.
Porque no hay planeación y, lo peor, no hay ninguna lógica cuando de resolver los problemas de la ciudad es que se trata. Al fin y al cabo, la Alcaldía de Bogotá dejó de serlo para convertirse en un trampolín para acceder a otros estadios del Poder…