Con una exposición de seis piezas en la sala Ideologías, Arte e Industrias, y una muestra virtual, el Museo Nacional de Colombia recuerda a Hernando Turriago Riaño, más conocido como “Chapete”, un caricaturista hábil y un gran defensor de la libertad de expresión en tiempos de censura.
El humor gráfico fue su distintivo desde temprana edad: en la Academia Ramírez fundó El Tábano, periódico de corte satírico en el que caricaturizaba a sus profesores y compañeros, hasta que sus dibujos del profesor de Química le costaron su expulsión. En esta misma época obtuvo el apodo “Chapete” por su parecido con el personaje de Pinocho: bajito, gordo, de temperamento festivo y burlón. Decidió seguir la broma de sus compañeros y convirtió el apodo en una autocaricatura, la cual apareció siempre en sus dibujos, a modo de firma, encarnada en un personaje de factura sencilla en forma de huevo con patas, manos y rostro expresivo que participaba en las diferentes escenas representadas.
Sus “monos” y caricaturas transmitieron desde la inmediatez, con humor e irreverencia, críticas a las coyunturas nacionales e internacionales de la vida política y cotidiana. Con agudeza e ingenio, Chapete logró sortear los frenos de la censura para dar forma a la opinión de la gente y difundirla por medio de la prensa impresa, convirtiéndose así en vocero del común y en motivo de buen humor a la hora del desayuno.
Su obra lo llevó a participar en el Primer Salón Anual de Caricaturistas de 1953 y en la exposición de caricaturistas nacionales de 1956. Con sus caricaturas, Chapete reivindicó la libertad de expresión y la participación política desde la crítica y el humor. En vez de dejarse amedrentar por la censura, perfeccionó sus trucos para burlarla: dibujaba siempre dos caricaturas, una suave para presentar a los censores y otra que atacaba al Gobierno y que resultaba siendo la versión publicada.
Pasó un tiempo exiliado en Nueva York (1947-1950) ante la amenaza de que le iban a “mandar cortar las manos”, según cuenta su hija, y allí trabajó para diarios estadounidenses. En 1956 recibió el Premio Mergenthaler por su defensa inquebrantable a la libertad de prensa. Su legado es un ejemplo de la representación de la lucha del pueblo por sus derechos a través del arte de la caricatura y parte de este se conserva en las 244 piezas que su familia donó en 2003 al Museo Nacional de Colombia.
Con el programa Efemérides, el Museo Nacional de Colombia busca generar variados actos de recordación sobre fechas específicas relacionadas con personas o acontecimientos del devenir de nuestro país. El programa se configura a partir de esa activación de la memoria, bien sea mediante el sitio web o a través de propuestas expositivas en el espacio del museo.