Por: Pablo Uribe Ruan
Especial para EL NUEVO SIGLO
LOWRY Centre, Londres, una imagen: Ed Miliband. Un hombre risueño, gesticular y con más pinta de comediante que de político. ¿Ese es el contrincantes de David Cameron?. Sí, aunque no parezca.
Quizás su cara da la sensación de estar entre la línea de la simpatía inglesa y la ingenuidad -que brilla en sus ojos- de un político engreído por un poder que le llegó "temprano", ya que es el líder del Partido Laborista y el candidato de su partido para suceder a Cameron. Pero, ¿y al final lo de joven que tiene que ver?. Si en Italia gobierna Matteo Renzi, en Francia Manuel Valls le respira en la nuca a Hollande y un tal Sánchez dice ser el salvador del moribundo PSOE en España (¿presidenciable?). Todos jóvenes que no pasan de 45 años, al igual que Cameron que llegó al 10 Downing Street, residencia del primer ministro de Reino Unido, con tan sólo 44 años.
En los últimos meses, Miliband ha sido tildado por la prensa como un idiota ("Wally"), un izquierdista peligroso ("Red Ed") y un hombre que "no sabe comer un sánduche de tocineta". Claro, los Tories (conservadores) le temen, y de verdad; lo atacan, por donde sea. Su origen político les asusta ya que no le ven como a Brown, quien tenía unas posturas ideológicas más moderadas, sino como un joven que creció en el seno de una familia marxista que huyó de los nazis desde Bélgica.
No sólo eso. Miliband es un líder que se inclina hacia a la izquierda y se encuentra con algunas políticas que sus posibles pares europeos están invocando: no más austeridad. Y eso, en tiempos de turbulencia, de climas caldeados, de Grecia bajo Syriza y Francia cerca, cada vez más cerca de Le Pen, es decir, en tiempos donde florecen los extremismos, preocupa, y más cuando del otro lado existe una coalición que busca, en la medida de lo posible, la consecución de políticas moderadas para Reino Unido.
Ante la posibilidad de que lleguen estos "nuevos laboristas", los conservadores le apuestan a un director de campaña de alto calibre, Jim Messina, quien dirigió la campaña reeleccionista de Barack Obama en 2012. Así esperan enfrentar la oleada que está despertando Miliband.
El rol de los minoritarios
Estas elecciones no sólo son interesantes por la imagen de Miliband, de igual manera se han vuelto atractivas por el papel que están jugado los partidos minoritarios. Como se sabe, Inglaterra es la cuna del sistema parlamentario, y por tanto, el parlamento juega el rol más importante en el sistema político británico como rama del control donde se dirigen, toman y discuten las decisiones políticas, económicas y sociales del país.
Para que exista un consenso frente a esas decisiones o para que se puedan tomar es conveniente lograr unas mayorías en las Cámaras, sea mediante coaliciones, como suele suceder, o mediante una mayoría de escaños partidistas. De lo contrario, el partido en el poder tendrá que pasar varios tragos amargos por los innumerables obstáculos que pondrán sus opositores.
Con el pie en el acelerador, los partidos Verdes, SNP y UKIP viven intensamente estas últimas semanas preelectorales. Si bien están lejos de los Tories y laboristas su poder incrementa, pues cada vez se hacen más fuertes en las regiones obligando a los partidos tradicionales hacer coaliciones con los minoritarios.
En una encuesta publicada por el periódico, "The Telegraph", de Londres, el UKIP, partido ultranacionalista antiinmigrantes, aparece con el 13%, seguido de los liberales demócratas con el 8% y los verdes, con el 5%.
Estas cifras son dicientes, pues el incremento de los partidos minoritarios obliga, en un futuro, a reformar la constitución inglesa con el propósito de que se pase un sistema de representación proporcional. Esto debido a que el sistema británico está configurado bajo lo que se conoce como un "first-past-the-post" en los distritos electorales individuales, lo que quiere decir que los partidos mayoritarios son más fuertes porque los distritos electorales grandes preponderan sobre los pequeños, las regiones donde los minoritarios tienen una presencia importante. Esto se podría modificar y darle paso a un sistema más equilibrado.
La austeridad ronda
Austeridad. Esa es la palabra que más se pronuncia en Europa desde de la crisis del 2008. Ni "Messi" ni "Putin" suenan tanto. Se oyen en cada esquina, sí, pero no generan el mismo número de debates, ni retumban entre las bocas de los ciudadanos como la sonora palabra que en varios países del continente ha sido el principal foco de la política y de las elecciones.
Por supuesto que Reino Unido no ha sido la excepción. Los conservadores han implementado una política de austeridad con el objetivo de reducir el tamaño del Estado británico y nivelarlo con el PIB golpeado por la crisis económica, y, como en el resto de países, la lluvia de críticas y opositores no se ha hecho esperar entre los que se encuentran sin lugar a dudas los laboristas.
Pese a las críticas, los conservadores han dicho que en caso de ser reelegidos no se abstendrán de continuar su programa de austeridad, el cual llega a unos niveles nunca antes visto desde los tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Recortes en materia social, no hay otra vía, según los conservadores, sino la de recortar, para así nivelar la economía. De la misma forma que en su primer mandato, Cameron y su partido en estas elecciones han mostrado la misma postura: seguir la política de austeridad que se implementó.
Con una postura contraria, el Partido Laborista ha dicho que las medidas de austeridad no son malas, pero su aplicación no debe sacrificar los beneficios sociales que tiene la población. ¿Cuál es, entonces, la fórmula ideal?. ¿El camino de Grecia con Siriza?.
Estas preguntas hasta el momento no han sido resueltas por Miliband y su partido. Lo que se sabe, por supuesto, es que los laboristas acabarían con gran parte de las medidas adoptabas por la administración actual, ya que van en contra del Estado de Bienestar, pilar esencial de su política. Pero tampoco, por la tradición de la política inglesa y el sistema parlamentarista que la sostiene, emprenderían políticas de "salvación" al estilo Syryza en Grecia. El hecho es que por ahora su discurso se ha enfocado en eliminar la inequidad de ingreso en Gran Bretaña.
Las cinco semanas restantes
Los últimos sondeos han mostrado que la distancia entre laboristas y conservadores es de menos de un punto. Los Tories tienen el 34%, mientras que los laboristas se quedan con el 33.6%, una suma que tal como se han dado las cosas se puede recortar, al punto de llegar a las urnas con un empate técnico.
Los laboristas, tras varias derrotas, se sienten con mucha fuerza y ven en Miliband la posibilidad de llegar al poder de nuevo, tras un gobierno de Brown marcado por las malas decisiones y la falta de políticas sociales reales.
Las elecciones que se van a celebrar el 7 de mayo en Gran Bretaña están reñidas, quizás unas de las más reñidas de la historia, y hasta ese día no se sabrá si Cameron sigue en 10 Downing Street o deja la residencia de primer ministro para darle paso a Miliband. Pero, en medio de este vaticinado "photo finish", los minoritarios complican las cosas, pues los nacionalistas (UKIP) se sienten muy lejos de los conservadores, como los verdes y el S.N.P (los escoceces) de los laboristas. Sin ellos, el panorama es más complejo.
Por lo visto estas cinco semanas serán para aliñar esas alianzas que parecen tan imprevistas. Y, por supuesto, para sacar ventaja, con lo que sea, así sea criticando la forma como el contricante político come un sánduche.