Los centros de las galaxias albergan agujeros negros supermasivos, con forma de neumático, que pueden alcanzar hasta miles de millones de masas solares, anunció el radiotelescopio ALMA, ubicado en el norte de Chile.
Muchos de estos mastodontes galácticos están escondidos dentro de espesos anillos de polvo y gas conocidos como 'toroides', señalan los responsables del Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA) en un comunicado.
Para los astrónomos, esta fuente cósmica de polvo y gas frío recién descubierta podría arrojar nuevas luces sobre la forma en que los agujeros negros inciden en su galaxia y, posiblemente, en el medio intergaláctico.
"Pensemos en el agujero negro como un motor. Su combustible es el material que fluye hacia él desde un disco plano de polvo y gas", explica Jack Gallimore, astrónomo de la Universidad Bucknell, en Lewisburg (Pennsylvania, EEUU), y autor principal de un artículo publicado en The Astrophysical Journal Letters, citado en el comunicado de ALMA.
"Por primera vez podemos ver que es el gas expulsado el que esconde al agujero negro, no el gas que entra". Esto indica que la teoría general sobre los agujeros negros activos es demasiado simplista, asegura Gallimore.
A estas conclusiones han llegado con las observaciones del agujero negro de la galaxia NGC 1068, conocida también como Messier 77, y que permiten determinar que es la fuente de su propio toroide de polvo y gas, compuesto de material expulsado del disco de acreción del propio agujero negro.
En el centro de esta galaxia, situada a unos 47 millones de años luz de la Tierra, hay un núcleo galáctico activo, un agujero negro supermasivo que está siendo alimentado por un delgado disco giratorio de polvo y gas, conocido como disco de acreción.
A medida que el disco fluye en espiral hacia el agujero negro, el material que lo compone se vuelve extremadamente caliente y emite una intensa radiación ultravioleta, mientras que las zonas externas del disco se mantienen considerablemente más frías y emiten un brillo más visible, en longitudes de onda infrarrojas y milimétricas, según ha detectado ALMA.
Un equipo internacional de astrónomos usó ALMA para escudriñar la zona y descubrió un puñado de nubes frías de monóxido de carbono desprendiéndose de la parte externa del disco de acreción.
La energía caliente de la parte interna del disco ioniza parcialmente estas nubes y, de esa forma, les permite adherirse a intensas líneas de fuerza que rodean el disco.
En el futuro, los astrónomos esperan determinar el consumo del agujero negro, es decir, cuánta masa absorbe y cuánto gas desecha, lo que permitirá "entender el funcionamiento de agujeros negros sobre los cuales poco sabemos por ahora", concluye Gallimore.